CAPITOLIO Y CAPITOL HILL

Capitolio Exterior

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El Capitolio es un refinado ejemplo de estilo neoclásico del siglo XIX que une estética y funcionalidad. Su diseño está inspirado en la arquitectura grecorromana y evoca los principios que guiaron a los padres fundadores en la institución de la república.

 

El edificio actual, que engloba por completo al original de 1800 y que recuerda mucho a la basílica de San Pedro del Vaticano, en Roma, y a la Catedral de San Pablo, en Londres, se caracteriza por su enorme cúpula central, revestida de mármol blanco, que se alza sobre una rotonda y conecta las dos alas laterales que albergan las dos cámaras del Congreso.

 

Thomas Walter, el arquitecto que diseñó la cúpula, eligió como modelo la del Panteón de París. Por esta razón, la cúpula del Capitolio es doble, es decir, una cúpula construida sobre la otra. Desde 1863, está coronada por una Estatua de la Libertad de bronce.

 

El ala norte del edificio, con 106 metros de largo, corresponde al Senado, mientras que el ala sur, a la Cámara de Representantes. El Capitolio ocupa una superficie total de 54.000 m2, y su interior supera los 220.000 m2.

El edificio tiene alrededor de 540 habitaciones, 658 ventanas, de las cuales 108 se encuentran solo en la cúpula, 850 pasillos que se extienden durante decenas de kilómetros y, desde el siglo pasado, está conectado mediante túneles con nueve edificios que lo rodean: seis destinados a las oficinas de los políticos y tres ocupados por la Biblioteca del Congreso.

Además, cuenta con una línea ferroviaria subterránea que lo conecta con otros edificios gubernamentales de la capital.

 

Para entrar en el Capitolio, tienes que bajarte en el Capitol Visitor Center, que se encuentra bajo tierra en el lado este del edificio, y reservar una visita guiada. También puedes visitar su extenso jardín, que alberga el Jardín Botánico nacional.

 

Curiosidad: Entre 1958 y 1962, se construyó una réplica en mármol de la fachada este completa, a diez metros por delante de la original. El espacio entre ambas se ocupó con oficinas, de modo que la antigua fachada se convirtió en un muro interno. Durante estas obras, el arquitecto Russell Page eliminó las columnas corintias y las colocó en un enorme prado dentro del Jardín Botánico nacional; las dispuso de tal manera que recuerdan a las ruinas de la ciudad de Persépolis.

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