El pequeño jardín que se encuentra frente al Museo Hirshhorn, al otro lado de la Jefferson Avenue, es un lugar con mucho encanto.
Dispersas entre árboles y flores, puedes observar algunas de las esculturas más interesantes del arte contemporáneo. Sin duda, la más espectacular es la Needle Tower, del escultor estadounidense Kenneth Snelson. Mide dieciocho metros de alto y está formada únicamente por tubos de aluminio y cables de acero. Te preguntarás cómo es posible que se tenga en pie cuando hace viento: la respuesta está en un complejo principio físico llamado Tensegrity, desarrollado por el ingeniero estadounidense Buckminster Fuller.
Si te acercas a la base y miras hacia arriba, podrás reconocer el dibujo de la Estrella de David; el escultor usa con frecuencia una estrella de seis puntas en sus obras sin ningún significado simbólico.
No te pierdas el Árbol de los deseos de Yoko Ono, el único que queda de los diez que la esposa de John Lennon plantó en la ciudad durante el Festival de los cerezos en flor de 2007.
Se inspira en la tradición japonesa que consiste en confiar un deseo a un árbol; pide papel y boli si quieres colgar uno.
Te recomiendo que veas las dos obras de bronce del artista francés Auguste Rodin. Una se titula El hombre que camina, una inquietante estatua de bronce de un joven desnudo que camina sin brazos ni cabeza. La otra es la famosísima Los burgueses de Calais, que representa a seis hombres de pie a la espera de subir al patíbulo.
Esta célebre composición se inspira en un evento histórico que tuvo lugar en el año 1300 en el contexto de la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia. Durante el sitio de Calais, Eduardo III prometió perdonar la vida de los habitantes de la ciudad a cambio del sacrificio de seis de ellos.
Las expresiones y las posturas de las seis estatuas transmiten perfectamente el dramatismo de la situación.
De esta obra existen 12 versiones realizadas a partir del molde original, pero la composición de las seis figuras siempre es distinta.
Curiosidad: los seis voluntarios consiguieron salvar sus vidas gracias a la reina de Inglaterra, que intercedió por ellos por miedo de que sus condenas pudieran traer mala suerte al hijo del que estaba embarazada.