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español Idioma: español

Édouard Manet nació en París, pertenecía a una familia burguesa rica e influyente y es uno de los máximos exponentes de la pintura francesa.

A veces se le asocia injustamente con los impresionistas, a los que admiraba y con los que mantenía una amistad, en especial con Monet. Sin embargo, Manet forma parte de la corriente del Realismo, que se nutre de influencias románticas y modernistas.

Admiraba el naturalismo francés de Flaubert y sobre todo de Zola. Prefería retratar la cotidianidad y el ambiente burgués en el que vivía, buscando la objetividad y resaltando los cambios sociales.

 

El ferrocarril es un ejemplo de la poética y del talento del artista: el sujeto, el ferrocarril, en realidad no aparece; está oculto tras una nube de vapor blanco de una locomotora que se encuentra al fondo, detrás de la mujer que hay en primer plano. Una niña, de espaldas y apoyada contra unos barrotes, observa con curiosidad el paisaje del tren y, de esta forma, el sujeto del título se convierte en el centro del cuadro, aunque este sea solo una evocación. El ferrocarril es el último cuadro de Manet en el que representa a su modelo favorita, la pintora Vittorie Meurent, que había sido la protagonista de sus dos obras más famosas al inicio de su carrera: Almuerzo sobre la hierba y Olympia. En dichos lienzos, la joven aparecía desnuda, y fueron muy criticados por la sociedad de la época, que acusó a Manet de querer provocar un escándalo para conseguir la fama.

Zola y Baudelaire fueron los únicos defensores de la pintura de Manet, cuyo único pecado fue no ser hipócrita, y el valor de sus obras fue reconocido solo después de su muerte.

 

Aquí, en la National Gallery, puedes contemplar numerosas obras maestras de Manet, entre las que te recomiendo El viejo músico, que pintó en el periodo en el que estuvo influenciado por la pintura española y en el que retrata personajes populares, o El torero muerto, claramente inspirado en el cuadro de Mantegna.

 

Curiosidad: Manet pintaba solo lo que veía, por respeto a la realidad, y cuando decidió representar un hecho histórico como el fusilamiento del emperador Maximiliano I de México, iba todas las semanas al puerto de París, en el Sena, convencido de que antes o después llegarían a Francia las fotografías de lo que había sucedido, y no comenzó a pintar hasta que se hizo con ellas.

 

 

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