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español Idioma: español

Rafael representa en esta pintura la leyenda que surgió en Oriente Medio durante las cruzadas, según la cual San Jorge, un soldado del ejército romano al que Diocleciano torturó para que apostatara, mató a un dragón para salvar a la hija de un rey libio que iba a ser sacrificada.

 

La figura del santo a caballo, con un dragón con forma de serpiente a los pies, llegó a Europa gracias a los numerosos iconos y a las iglesias coptas de Egipto; de hecho, San Jorge es el patrón de El Cairo.

 

Esta es una de las dos versiones que Rafael pintó sobre el mismo tema. Pertenece a una serie de miniaturas que el artista de Urbino, uno de los más importantes del Renacimiento italiano, pintó en Florencia en torno a 1505.

 

Durante años, se pensó que el lienzo había sido un encargo del tercer duque de Urbino, Guidobaldo de Montefeltro, para regalárselo a Enrique VII de Inglaterra como agradecimiento por haberle conferido la Nobilísima Orden de la Jarretera, de la que San Jorge es el santo patrón.

Además, en el cuadro, el caballero lleva una jarretera en el gemelo con la inscripción «Honi», la primera palabra del lema de la orden. En cambio, estudios recientes han demostrado que esta pequeña tabla al óleo era un regalo para el embajador del rey, y no para el propio rey.

La escena está ambientada en un paisaje estilizado de Umbría, una región de Italia, y no de Libia. El caballo y el caballero, cuyo hombro izquierdo se sitúa en el centro de la tabla, dividen el cuadro en cuatro triángulos que representan el cielo, la princesa, el dragón y una colina. La subdivisión racional del espacio es una característica del Renacimiento italiano, más acentuada en la pintura de Rafael.

 

Curiosidad: Rafael era también arquitecto; a él se deben los diseños de la Basílica de San Pedro en Roma. Fue una verdadera estrella de la pintura, tanto que para poder terminar todos los encargos que tenía, abrió un taller en el que numerosos discípulos le ayudaban a preparar los lienzos o reproducían sus pinturas. Poco antes de su prematura muerte, con solo 37 años, sus mejores alumnos llegaron a pintar buena parte de sus obras con la firma de Rafael.

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