Originalmente, el edificio albergaba la primera iglesia bautista de Washington, pero el empresario John T. Ford lo convirtió en un teatro. El edificio debe su fama a que en su interior, el 14 de abril de 1865, fue asesinado el presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln.
Exactamente cinco días después del fin de la Guerra de Secesión, Lincoln y su esposa, Mary Todd, se encontraban en el teatro viendo la comedia titulada Nuestro primo americano cuando un célebre actor de la época, John Wilkes Booth, entró en el palco presidencial y disparó a Lincoln en la cabeza. Acto seguido, saltó al escenario y exclamó: «Sic semper tyrannis», la frase que, equivocadamente, se cree que pronunció Bruto antes de apuñalar a Julio César, y que significa «así siempre a los tiranos».
El actor, que fue asesinado once días después cuando lo encontraron escondido en una granja de Maryland, estaba involucrado en un complot organizado por un grupo de fanáticos que no aceptaba la derrota de los Estados Confederados del Sur.
Tras haber sido destruido y abandonado varias veces, el interior del teatro se restauró por completo, dando así al público la oportunidad de revivir las emociones de sus espectáculos.
La entrada es gratuita, pero se recomienda reservar la visita.
Las mismas condiciones valen para el Museo del Teatro, donde puedes ver numerosos objetos relacionados con el asesino: la pistola, los diarios de Booth, la puerta original del palco presidencial, el famoso abrigo de Lincoln y hasta la almohada, impregnada de sangre, sobre la que el presidente exhaló su último aliento. Además, a través de diversos retratos, testimonios y cartas, se ha realizado una reconstrucción de la vida cotidiana del matrimonio en la Casa Blanca.
Si tienes tiempo, puedes visitar también la Petersen House, al lado del teatro, donde llevaron a Lincoln herido y donde, más tarde, murió.
Me despido con una curiosidad: según algunos testimonios, tres días antes de los hechos, el presidente Lincoln tuvo un sueño en el que se vio a sí mismo vagando por la Casa Blanca. En una habitación, vio que unos soldados velaban un cadáver envuelto en una sábana. Entonces, preguntó a uno de los militares que a quién pertenecía el cuerpo, y este le respondió: «al presidente, lo han asesinado».