¡El Conservatoire es uno de los lugares más fascinantes de París!
Te encuentras en las inmediaciones de los Grands Boulevards, cerca de la puerta de Saint-Martin, al borde de las murallas medievales, más allá de las cuales se extendían en otro tiempo tierras de cultivo.
Este complejo arquitectónico fue un verdadero centro de poder entre el 1100 y el 1400, y todavía hoy resulta muy imponente, aunque durante la Revolución francesa fue transformado de manera radical. La abadía fue desacralizada y se convirtió en la sede del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios, una universidad a la que pronto se le sumó el Musée des Arts et Métiers, inaugurado en 1802, siguiendo el espíritu de la Ilustración, para mostrar la historia de los inventos técnicos y científicos. Naturalmente, hoy en día con la apertura del centro de la Villette, el museo ha perdido su función de documentar la actualidad, y se ha convertido simplemente en una colección de carácter histórico. Debido a la gran importancia y belleza de sus objetos, te señalo en especial la sección dedicada a los relojes antiguos.
En la visita al museo aún puedes encontrar algunos rastros del monasterio medieval, a pesar de las importantes modificaciones: en su cúpula se balancea un péndulo de Foucault, mientras que bajo una bóveda de la nave cuelgan aeroplanos que datan de la prehistoria de la aviación. En la nave hay una reproducción de la primera locomotora de vapor, que fue colocada en el momento de la apertura del museo para simbolizar la evolución del edificio desde la religiosidad a la laicidad del progreso tecnológico.
La parte mejor conservada del complejo monástico es, sin embargo, el gran refectorio, construido a mediados del siglo XIII: ahora alberga la biblioteca, aunque en su poderosa y esbelta estructura puedes reconocer la mano del mismo arquitecto de la Sainte Chapelle.
CURIOSIDAD: entre las piezas del museo que te sorprenderán hay un autómata que data de 1784, que puede reproducir ocho arias diferentes en una especie de cítara. La intérprete está vestida y peinada como su primera propietaria, María Antonieta.