Mientras paseas por los jardines de Luxemburgo entiendes por qué son tan famosos: su dulzura también quedó inmortalizada en muchas pinturas impresionistas, ambientadas entre las avenidas de castaños, los vastos parterres, las típicas sillas de hierro y el gran estanque circular. Es cierto que hoy en día ya no encuentras niñeras con delantal blanco y cofia, pero sobre todo en verano, los jardines te ofrecen un maravilloso paseo en una cuidada extensión de 25 hectáreas.
Fueron creados a principios del siglo XVII por María de Medici, y abiertos al público poco antes de la Revolución francesa. Se habría inspirado en los jardines de Boboli de Florencia, aunque a principios del siglo XIX se transformaron en un parque "a la francesa", con largas avenidas arboladas y amplios espacios verdes.
Con los años se han convertido en un homenaje a los grandes escritores y poetas, a través de lápidas y monumentos. Te señalo en particular el bajorrelieve en memoria del gran novelista Stendhal, esculpido por Rodin.
Pero ahora ve al gran estanque circular, que fue construido en época napoleónica en el centro de una explanada con gradas por el arquitecto imperial, el cual adaptó en su interior unas bellas estatuas mitológicas del siglo XVI.
Desde el estanque central, dando la espalda al palacio, tu paseo continúa en dirección a la avenue de l'Observatoire, adornada con fuentes y esculturas decimonónicas. Al final de la misma puedes visitar el observatorio astronómico en funcionamiento más antiguo del mundo, construido en la segunda mitad del siglo XVII por el mismo arquitecto de la fachada del Louvre. Se compone de un edificio principal flanqueado por dos cuerpos laterales con torres, y conserva en su interior una extraordinaria colección de instrumentos científicos: si eres un apasionado del estudio de los astros no puede perdértelo.
En otro punto de los jardines también puedes visitar el Museo de Mineralogía, donde podrás admirar algunos meteoritos, pero sobre todo unas magníficas vistas de los jardines.
CURIOSIDAD: los Jardines de Luxemburgo son el telón de fondo de muchas novelas.
En Los miserables de Victor Hugo, Cosette y Marius tienen aquí un encuentro romántico.
En Los tres mosqueteros de Dumas es aquí donde d'Artagnan debe batirse con Athos, Porthos y Aramis.