Todos consumimos una gran cantidad de especialidades francesas, como la mayonesa, la salsa de mostaza o el hojaldre, pero en París descubrirás la capital del buen gusto y de la alta cocina.
La cocina de París recoge la historia de las cocinas regionales francesas y, en sus más de nueve mil restaurantes, podrás deleitarte con refinados platos.
El entrante por excelencia es el paté, una crema para untar de carne o verduras cocidas. Si se hornea en un recipiente de terracota, se le llama terrine. El más típico es el foie gras, hígado graso de oca.
Otros entrantes típicos son los caracoles al horno, llamados escargot, o las verduras cocidas acompañadas de salsas.
También se sirve como entrante la famosa quiche, un pastel de hojaldre relleno de crema agria, carne y verdura que se ha convertido en un tentempié muy consumido incluso fuera de las comidas.
La cocina francesa no incluye un primer plato propiamente dicho a base de pasta o de arroz, sino más bien una sopa. Hay infinidad de tipos; la más conocida es la soupe á l'oignon, sopa de cebolla, queso y pan, gratinada al horno.
Entre los numerosos segundos que puedes probar en París, te recomiendo la boeuf bourguignon, originaria de Borgoña, un estofado de buey cocinado al vino; la tartiflette, de la Alta Saboya, un plato de patatas, queso y panceta al horno, o el coq au vin, pollo marinado en vino y estofado con lardo y coñac.
Los huevos son otra especialidad parisina: a la coque, poco cocidos, o en las famosas tortillas, crepes o en los suflés.
La pastelería parisina ofrece algunos de los postres más famosos del mundo: los profiteroles, la tarta Saint Honoré, la crème brûlèe, los beignet, los cruasanes, las milhojas, los brioches, los merengues y las mousse son todos postres franceses.
Curiosidad: aunque el término sea francés, el paté no lo inventaron los franceses, sino los antiguos egipcios hace 5.000 años.
¡Que aproveche!