Estás delante de la Venus de Milo, una de las esculturas más célebres del arte helenístico y en general una de las representaciones más sugerentes de la belleza femenina.
"Nuestra Señora de la belleza", como la definió el poeta alemán Heinrich Heine, fue encontrada en 1820 en la isla de Milo, en el archipiélago de las Cícladas, por un agricultor. La estatua estaba partida en dos partes. El hombre quedó fascinado y la escondió, pero más tarde fue descubierta por soldados turcos y vendida a un oficial francés, que enseguida se dio cuenta de que tenía en su poder una obra maestra. Así que hizo que la restauraran y se la presentó al rey Luis XVIII, que la compró y la colocó en el Louvre.
Los críticos están de acuerdo en que el personaje representado es Venus, diosa del amor y protectora de los enamorados. Inmersa en sus pensamientos, irradia sensualidad, con un toque de discreción que la hace aún más fascinante.
Como ves, la diosa es un poco más alta de lo normal, mide 2 metros y 2 centímetros, y está de pie, con el busto desnudo y las piernas cubiertas por ropajes. Si te fijas, el peso de la figura recae en la pierna derecha, mientras que la izquierda está ligeramente doblada. El resto del cuerpo desnudo está un poco girado hacia la derecha. El rostro severo y un poco regordete está enmarcado por una cabellera ondulada que se aprieta en un moño detrás de la cabeza. Por desgracia, carece de brazos: ¿qué gesto crees que estaba haciendo? Se han aventurado varias conjeturas. Una de ellas conecta el nombre de la isla de Milo a la palabra "manzana" y al famoso mito del juicio de Paris, el cual proclamó a Venus como la más bella de las diosas, entregándole una manzana de oro y recibiendo a cambio el amor de la mujer más bella del mundo, Helena.
Tómate tu tiempo para mirar esta obra desde todos los ángulos, ya que está colocada en el centro de la sala para permitir una visión de 360 grados. Mientras admiras la suavidad de sus formas y la delicadeza con la que la luz la acaricia, te recuerdo que el nombre de su autor sigue rodeado de misterio. La mayoría de los estudiosos coincide en atribuirla a Alejandro de Antioquía, que la habría realizado en torno al 130 antes de Cristo.
CURIOSIDAD: esta obra está universalmente considerada como una maravillosa expresión del encanto femenino. A lo largo de su historia ha recibido elogios en todos los rincones del mundo. El único al que no le gustó fue el pintor Renoir, que la definió con poca galantería como "une grande gendarme"/"una gorda gendarme".