¡El Nissim de Camondo y el Cernuschi son unos de los museos más exquisitos de París!
Tu recorrido comienza con el "Musée Nissim de Camondo", en la rue Monceau 63. Esta casa museo lleva el nombre del conde de origen turco Moïse de Camondo, destacado exponente de las altas finanzas de origen judío en el París del Segundo Imperio.
El encanto de este lugar es el de haber conservado el aspecto de una suntuosa residencia de la época, que se ha mantenido intacta en cada detalle, y está decorada con objetos, muebles, tapices, cuadros, boiseries y enseres del siglo XVIII. Una colección de impresionante riqueza, de la que te recomiendo especialmente el famoso servicio de porcelana de Sèvres de 1784, de 48 cubiertos, decorados con más de 100 tipos de aves distintas.
La historia de la familia de Camondo tiene un triste final. El museo lleva el nombre del hijo de Moïse e Irene, que durante la Primera Guerra Mundial combatió en la Fuerza Aérea francesa con un avión que fue derribado. La otra hija fue deportada durante la ocupación nazi de París, y murió en Auschwitz en 1945.
Gira en la esquina, y en la avenue Vélasquez 7, llegarás al Musée Cernuschi. Toma su nombre de Enrico Cernuschi, milanés trasladado a París y personaje de multiforme ingenio: economista, patriota, agitador político y fundador del Banco de Francia, pero sobre todo, gran viajero y apasionado coleccionista de arte oriental. Inaugurado a finales del siglo XIX, su museo es básicamente una colección de recuerdos: pero cuando alguien como Cernuschi le daba la vuelta al mundo, ¡estaba ausente durante tres años y volvía con más de 5.000 objetos! Comprados en China, Japón y el sudeste asiático, aquí podrás ver la mayoría de ellos: cerámicas, bronces, estatuas, objetos de jade, marfil, laca, armas y joyas exóticas, todo acompañado de una extraordinaria documentación fotográfica. Lo más destacado del museo es una estatua de bronce de Buda del siglo XVIII, de más de cuatro metros de altura, procedente de un templo de Tokio destruido por un incendio.
CURIOSIDAD: en el Museo Nissim de Camondo puedes visitar hasta las cocinas y los cuartos de baño: piensa que ya a principios del siglo XIX el edificio podía jactarse de tener nada menos que nueve váteres, ¡todos equipados con un revolucionario sistema de descarga silenciosa del inodoro!