La Guerra de los Cien Años fue un conflicto que tuvo lugar entre los años 1337 y 1453, principalmente entre Inglaterra y Francia. Aunque el nombre sugiere que la guerra duró un siglo, en realidad se trata de una serie de conflictos intermitentes que involucraron a diferentes reinos y dinastías. La guerra se originó debido a varias disputas territoriales, económicas y políticas entre los reinos de Inglaterra y Francia. Uno de los principales desencadenantes fue la reclamación del trono francés por parte de Eduardo III de Inglaterra, quien argumentaba ser el heredero legítimo a través de su madre. A lo largo de la guerra, se produjeron importantes eventos y batallas, como la Batalla de Crécy, la Batalla de Poitiers y la Batalla de Agincourt, en las que los ejércitos ingleses lograron importantes victorias gracias a su táctica de arqueros de largo alcance. Sin embargo, a medida que avanzaba la guerra, Francia logró recuperar terreno y, finalmente, la persistencia y la resistencia francesa prevalecieron. El conflicto finalizó con la firma del Tratado de Picquigny en 1475, en el que se reconocía la independencia de Francia y se ponía fin a la guerra. La Guerra de los Cien Años tuvo un impacto significativo en ambos países, y se considera un importante período de transición en la historia de Europa. Además, el conflicto también influyó en la evolución de las estrategias militares, la tecnología y la diplomacia en la época.