De presencia obligatoria y omnipresente en el paisaje de París, la Torre Eiffel nació como una estructura "temporal", y no tiene un estilo definido: es un monumento al progreso, al uso de las estructuras de acero, sin un precedente arquitectónico de referencia, y probablemente este sea también uno de los secretos de su éxito. De acuerdo con los planos originales y las normas internacionales para edificios erigidos en las Exposiciones Universales, debería haberse demolido a los veinte años de su creación. Sin embargo, sigue dominando orgullosa la capital, desafiando la incredulidad de científicos, ingenieros y matemáticos, que no dejaban de repetir que era una estructura frágil e inestable. Pero ¿sabes por qué no llegó a ser derribada? Por un motivo muy sencillo: el dinero. Se dieron cuenta de que desmontarla les iba a costar una suma astronómica, así que ¡mejor dejarla como estaba!
De este modo, se comprueba que Gustave Eiffel tenía razón en todo y contra todos: ese monumento que muchos parisinos odiaban se convirtió pronto en un símbolo de la ciudad. Asimismo, durante más de cuarenta años se mantuvo como la estructura más alta del mundo, hasta la construcción del Empire State Building de Nueva York.
Además, pronto se descubrió que esta torre aparentemente "inútil" podría tener varios usos posibles: como un punto de referencia para los temerarios pioneros de la aviación, como ancla para dirigibles, como torre de vigilancia durante la Primera Guerra Mundial y también como soporte para una antena de radio que ha prolongado su altura en otros veinte metros.
El general Gustave Ferrié aprovechó la parte superior de la torre para sus experimentos pioneros con la telegrafía sin hilos. El pintor Robert Delaunay la convierte en uno de sus temas favoritos: entre 1910 y 1925, realizó una treintena de pinturas de este monumento.
La torre sorprende incluso "por lo bajo", debajo de la enorme base sobre la que se apoyan sus cuatro pilares colosales. De hecho, en su sótano se encuentra un búnker que se remonta a la Primera Guerra Mundial, con pasadizos secretos que llegan hasta la orilla del Sena, además de una espectacular sala de máquinas que accionaban los ascensores hidráulicos, tan eficaces, hace ya muchas décadas, como los ascensores modernos que se instalaron después.
CURIOSIDAD: Debes saber que la torre es inmune, aunque no insensible, a los factores meteorológicos. De acuerdo con los cálculos precisos de su diseñador, en caso de vientos fuertes, puede llegar a oscilar hasta nueve centímetros, mientras que el calor puede hacer que el acero se dilate y se curve hasta casi 18 centímetros, ¡sin más consecuencias!