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español Idioma: español

Este monumento fúnebre cuenta la historia de un hombre excepcional: Bartolomeo Colleoni, uno de los Capitani di Ventura más famosos, es decir, el líder de una compañía de mercenarios del siglo XV.

Arrogante, audaz y devorado por las ansias de éxito, el bergamasco Colleoni cambió varias veces de bando; unas veces a sueldo de Milán, otras de Venecia... acumulaba una enorme fortuna y pretendía, además, convertirse en Señor de Milán.

 

Para su propia sepultura, no se conformó con una tumba dentro de una iglesia, sino que quiso que diera a la plaza, ante la mirada de todos. De este modo, la magnífica capilla se construyó en solo cinco años desde 1472, y el proyecto se encargó a uno de los jóvenes más prometedores del momento: Giovanni Antonio Amadeo, que realizó una de las obras más importantes de su tiempo.

Comprenderás la habilidad del arquitecto fijándote en el genial efecto escenográfico. La capilla quería superar a la vecina basílica de Santa María Maggiore, pero esta es de un tamaño considerablemente superior, así que Amadeo diseñó espectaculares decoraciones que captan y hechizan la mirada, consiguiendo que te olvides de la basílica que hay a sus espaldas.

Todo vale para construir la gloria del Capitán. Fíjate en las imágenes que lo relacionan con los héroes de la antigüedad, como Hércules; con los personajes del Antiguo Testamento, como Moisés, o con los símbolos de las virtudes cristianas. Hasta el gran rosetón, la ventana redonda, se ha diseñado como una rueda de la fortuna bloqueada para siempre en el momento en el que la gloria de Bartolomeo, reconocible en el soldado en lo alto, estaba en pleno apogeo. Es como si el tiempo se hubiera detenido frente a semejante personaje.

Las doce columnas de la rueda parecen cañones, que recuerdan a los que Colleoni manejaba con tanta habilidad en batalla y permiten que su fama supere la de los emperadores, que están representados en los dos bustos que hay sobre las dos ventanas.

Curiosidad: el verdadero apellido de Colleoni era Colionus, que significa «testículos». Bartolomeo estaba tan orgulloso de ello, que introdujo tres pares de testículos en su propio escudo de armas.

Toca el escudo que más brilla en la cancela de entrada a la capilla. ¡Dicen que da buena suerte!

 

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