El Castillo Doria de Portovenere es una de las fortificaciones medievales más imponentes de Liguria. Sus orígenes se remontan al siglo XII, cuando la República de Génova, recién llegada al control del pueblo, decidió establecer allí un presidio permanente.
No te dejes engañar por su nombre: no era una residencia noble, sino una fortaleza militar. De hecho, al igual que en el caso del castillo de Vernazza, la familia Doria, una de las más influyentes de Génova, nunca habitó en este lugar.
La primera fortificación documentada se completó hacia 1161, en una posición estratégica, cerca de la Iglesia de San Pedro. Estaba dotada de dos torres gemelas y contaba con distintos espacios: en la parte inferior se alojaban el podestà y los funcionarios genoveses durante su mandato, mientras que la parte superior estaba reservada al castellano y a la guarnición, con estancias austeras adaptadas a la vida militar.
Con el paso de los siglos, y debido a las constantes tensiones entre Génova y Pisa, la estructura fue reforzada en varias ocasiones. Un momento crucial se produjo entre los siglos XV y XVI, cuando el antiguo castillo fue parcialmente demolido y reconstruido según criterios más modernos, para adaptarlo a la introducción de las armas de fuego.
El aspecto actual del castillo se debe principalmente a las intervenciones de esa época. Su planta es pentagonal, con bastiones que se proyectan hacia el mar y una imponente torre circular en el lado que mira hacia la montaña, heredada de la fortificación medieval.
La entrada original, antaño protegida por un puente levadizo, conduce a un pasillo cubierto que servía como corredor defensivo. Desde allí, una escalera asciende hasta un gran salón abovedado sostenido por pilares, donde se encontraba la Casa del Castellano, más tarde convertida en la residencia del Capitán del Pueblo.
En su interior, como suele ocurrir en las construcciones militares, no hay salas amuebladas ni estancias de prestigio. El castillo es, ante todo, un conjunto de espacios funcionales: rondas de vigilancia, troneras, torretas de observación y murallas que descienden hasta enlazarse con el pueblo.
Tras las restauraciones del siglo XX, la fortaleza se ha convertido en sede de exposiciones, eventos culturales y conciertos, y sigue siendo hoy uno de los miradores más espectaculares de Portovenere.
Curiosidad: junto a la entrada del castillo de Portovenere todavía pueden verse las antiguas unidades de medida genovesas grabadas en la piedra. Se utilizaban para regular el comercio de cereales, sal y otros productos, y recuerdan que esta fortaleza fue no solo un símbolo de poder militar, sino también un instrumento de control económico sobre el pueblo.
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