Te encuentras en el centro de lo que aún se denomina la Ciudadela de la Seda, donde durante décadas se concentró la actividad de producción de seda de la zona.
La localidad de Cernobbio debe mucho a un gran empresario, Davide Bernasconi, que insufló nueva vida a la economía local con la apertura de la primera fábrica, Tessiture Bernasconi, en 1872. En pocos años, la empresa pasó de 60 a 600 telares con casi 1000 empleados que trabajaban en las fábricas de las provincias de Como, Sondrio, Milán y Varese.
En Cernobbio, además de las naves para las actividades de producción, que rodeaban la villa de Bernasconi, construida en 1905 por el arquitecto Alfredo Campanini, el empresario mandó construir también alojamientos para los empleados y servicios, como una guardería, que aún existe.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la industria textil entró en crisis y en 1971 la empresa de Bernasconi, quien ya había vendido la villa en 1955, cerró definitivamente.
Afortunadamente, tras una larga y minuciosa restauración, esta singular casa museo lleva abierta desde 2017.
En primer lugar, es una de las villas Art Nouveau más bonitas del norte de Italia, caracterizada por una peculiar decoración exterior de cemento y azulejos de cerámica que representa el ciclo vital del gusano de seda, entre flores, hojas y frutos de morera. Destacan los diversos detalles de hierro forjado, como las elaboradas barandillas de los balcones del primer piso y de la torrecilla, obra de uno de los mayores artesanos del hierro forjado de la época, Alessandro Mazzucotelli, autor también de la preciosa balaustrada de la escalera interior.
El recorrido por el interior se realiza a través de herramientas interactivas, modernas e inmersivas que llevan a los visitantes a descubrir a las personas que habitaron sus estancias, gracias a documentos históricos, experiencias sensoriales y contenidos multimedia.
Curiosidad: un gusano de seda, para transformarse en mariposa, produce de 20 a 30 madejas concéntricas de hilo de seda; el hilo que compone cada una de estas madejas puede tener de 300 a 900 metros de longitud. Después de todo el esfuerzo para preparar el capullo, el gusano de seda se convierte en una polilla que, además de no tener la capacidad de volar, muere al poco tiempo... Como bien diríamos: ¡tanto esfuerzo para nada!