Antes de empezar a explorar Amalfi, es importante sumergirse brevemente en la fascinante historia de la ciudad que da nombre a la Costa Amalfitana.
Amalfi fue fundada hacia el siglo IV d. C. por refugiados romanos que huían de Melfi, asolada por las hordas bárbaras. Desde el principio, sus habitantes explotaron el puerto natural que facilitaba el comercio marítimo.
Durante mucho tiempo después, la ciudad formó parte del Ducado de Nápoles, hasta que Amalfi se independizó y fundó una República autónoma en el siglo IX. Fue entonces cuando consiguió extender su influencia comercial y se convirtió en una de las cuatro repúblicas marítimas más poderosas del Mediterráneo gracias a una impresionante flota mercante y militar.
Sin embargo, el destino de Amalfi cambió en 1131, cuando cayó bajo el asedio del rey normando Roger II. A esto se le sumaron saqueos y una terrible tormenta que devastó el puerto en 1343 y aceleró el declive de la ciudad.
Desde finales del siglo XIX, Amalfi se ha convertido en un popular destino turístico gracias a su extraordinario patrimonio histórico, cultural y paisajístico.
Actualmente puedes redescubrir su extraordinaria historia visitando los Antiguos Arsenales de la República, donde se construían los barcos para el comercio con Oriente; el barrio de Vagliendola, con sus antiguas casas aristocráticas, conocidas como «Case turrite»; la pintoresca Piazza dello Spirito Santo y el Museo del Papel, situado en el antiguo Convento de los Capuchinos.
Tampoco te puedes perder la espléndida Catedral, el Claustro del Paraíso y la Basílica del Crucifijo, hoy sede del Museo Diocesano de Amalfi.
Pero Amalfi no es solo historia y cultura. También ofrece espectaculares rutas de senderismo, como la Reserva Estatal Valle delle Ferriere, y playas tranquilas como Duoglio, la playa de Santa Croce y Le Marinelle.
Curiosidad: si te interesa vivir una experiencia más llamativa, visita el Cementerio Monumental, al que se accede por un largo tramo de escaleras desde la parte trasera de la catedral. A pesar de los cerca de 400 escalones que hay que subir, las preciosas vistas panorámicas compensan el esfuerzo. Este cementerio monumental, que antiguamente era un monasterio benedictino femenino, ¡conserva una columnata de toba construida en 1816!
