Atrani es el pueblo más pequeño de la Costa Amalfitana, rodeado de rocas y formado por intrincadas callejuelas que serpentean desde la encantadora Piazza Umberto I.
Su conformación es única: las casas, densamente agrupadas y coloridas, se apiñan unas sobre otras, formando un intrincado laberinto que se extiende por un tejido urbano de origen medieval.
La historia de Atrani está profundamente ligada a la de la República Marítima de Amalfi, de la que era parte integrante. Fundada por los romanos, su importancia creció en la Edad Media, cuando se convirtió en un centro vital para el comercio y la navegación.
Visitar Atrani es sumergirse en una atmósfera de otra época. En el centro del pueblo se encuentra la plaza principal, un inusual ejemplo de espacio abierto entre edificios aglomerados, presidida por la Iglesia de San Salvatore de' Birecto, que data del siglo X, conocida por albergar las ceremonias de coronación de los dogos de Amalfi. La iglesia está prácticamente encajonada entre los edificios que la rodean, de los que se distingue por la recta escalinata de acceso y el reloj de la fachada, situado en la base del pequeño campanario.
Otro lugar de interés es la Iglesia de Santa María Magdalena, de 1274, que domina el pueblo desde una posición elevada sobre un promontorio panorámico. La iglesia, ampliada y remodelada en 1753 con una fachada blanca de estilo rococó, alberga pinturas de los siglos XVIII y XIX.
Si no tienes prisa y llevas calzado cómodo, te recomiendo bajar la larga escalinata que va desde Piazza Umberto I hasta la Grotta di Masaniello, que lleva el nombre de uno de los protagonistas que lideraron una importante revuelta popular en 1647 contra los Habsburgo españoles, quienes gobernaban el Reino de Nápoles.
Me despido con una curiosidad: en 2019 se representó en Atrani una ópera en tres actos compuesta por Leonardo Leo, compositor napolitano. La obra, titulada De la muerte a la vida de María Magdalena y cuyo paradero fue desconocido durante mucho tiempo, había sido encargada por los habitantes de Atrani como un acto de devoción a su patrona en 1722.