La Gruta Azul, conocida en todo el mundo por su encantador color azul cobalto, se encuentra en la costa noroeste de la isla. Esta gruta marina ha cautivado la imaginación de visitantes, artistas y escritores durante siglos, convirtiéndose en un símbolo icónico de Capri.
Su descubrimiento se remonta a la época romana, cuando se utilizaba como ninfeo marino, es decir, como lugar de culto dedicado a las divinidades acuáticas.
Los hallazgos arqueológicos, como las estatuas halladas en el interior de la cueva y los restos de antiguos muelles, sugieren que ya era conocida y apreciada por el emperador Tiberio, quien había elegido Capri como residencia. Sin embargo, tras la caída del Imperio Romano, la cueva cayó en el olvido hasta que fue redescubierta en 1826 por el pintor alemán August Kopisch y su amigo, el escritor Ernst Fries, quienes fueron guiados por un pescador local.
Durante las exploraciones del siglo XIX, se encontraron numerosos objetos arqueológicos en el interior de la cueva, incluidas estatuas y obras de arte que datan de la época romana. Estos elementos se han trasladado a varios museos, entre ellos el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, donde se pueden contemplar.
La cueva tiene una abertura muy estrecha, apenas visible desde el nivel del mar, por la que los barcos solo pueden pasar cuando las condiciones del mar lo permiten. Los visitantes tienen que tumbarse en el fondo del barco para entrar de forma segura. Si sufres de claustrofobia, no te preocupes. Una vez dentro, se abrirá ante ti un gran espacio de unos 60 metros de largo y 25 de ancho, con una altura máxima de unos 15 metros. El interior está envuelto en una surrealista luz azul que ilumina el agua, creando un efecto mágico.
El fenómeno del color azul intenso del agua se debe a que la luz del sol entra por una abertura submarina situada justo debajo de la entrada principal. Cuando la luz se filtra a través del agua, sufre una refracción que filtra las longitudes de onda rojas, dejando pasar solo las azules. Además, la luz reflejada por el fondo blanco de la cueva contribuye a amplificar su intensidad.
Curiosidad: antes de su redescubrimiento en el siglo XIX, la cueva era conocida por los lugareños, pero durante mucho tiempo se consideró un lugar misterioso y peligroso, envuelto en leyendas y supersticiones. De hecho, se creía que estaba habitada por espíritus y demonios.