BASÍLICA DE LA SANTA CRUZ

Introducción

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En Lecce y Salento, entre los siglos XVI y XVII, cuando la zona estaba bajo dominio español, se desarrolló un original estilo barroco caracterizado por una rica decoración exterior, influenciado por el estilo español de la época, que también era bastante elaborado. Pero el barroco leccese enriquece los edificios con un sinfín de relieves y esculturas, animados por una extraordinaria fuerza expresiva, únicos en el mundo, sobre todo porque se utilizó la conocida «piedra de Lecce», una piedra caliza muy suave que se esculpe fácilmente.

Entre los mayores exponentes de este peculiar barroco se encontraban los arquitectos y escultores Gabriele Riccardi, Francesco Antonio Zimbalo, Giuseppe Zimbalo y Cesare Penna, que trabajaron uno tras otro en la basílica de la Santa Cruz entre 1548 y 1689.

Gabriele Riccardi comenzó la basílica, y a él se debe la espléndida parte inferior de la fachada. También diseñó la increíble cornisa sostenida por figuras humanas, animales, criaturas fantásticas y monstruos imaginarios que se esfuerzan por sostener la balaustrada, y que recuerdan a los animales representados en las iglesias medievales.

Profundamente enamorado de la gran tradición románica de su tierra, que floreció en la Edad Media, Gabriele Riccardi introdujo algunos elementos en la iglesia. Observa los pequeños arcos que hay bajo la rica cornisa: son una clara referencia al estilo románico. A pesar de que era un elemento «pasado de moda», era muy apreciado en el área de Lecce, donde las novedades arquitectónicas estaban vistas como una imposición ajena a la cultura local.

Sin embargo, las obras de la fachada se interrumpieron en 1582, mientras que la cúpula se terminó ocho años más tarde, en 1590.

 

Curiosidad: si cuentas las extrañas figuras que sostienen la balaustrada, descubrirás que son 13. No es un número aleatorio; alude a los protagonistas de la Última Cena, Cristo más los 12 apóstoles. Aquí, sin embargo, se ven 13 figuras diferentes, dobladas en un esfuerzo por mantener la balaustrada, pero sobre cada uno de ellos hay 13 putti, o niños alados, que llevan triunfalmente los símbolos del poder temporal, como coronas reales, y los del poder espiritual, como los tocados episcopales.

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