IGLESIA DEL GESÙ

Interior

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El interior de la Iglesia del Gesù te dejará boquiabierto: es el complejo decorativo más extraordinario de Palermo. No es solo uno de los mejores ejemplos del barroco siciliano, sino que también se encuentra en la cumbre del arte europeo de la época.

Como ya te he adelantado, la iglesia original del siglo XVI estaba totalmente revestida de blanco, para obtener un efecto místico de luminosidad, perfectamente adecuado para transmitir la profunda espiritualidad de la Orden de Jesús, que exaltaba la sobriedad, el valor de la oración y el recogimiento interior. En cambio, más tarde, muchas iglesias se renovaron con una riqueza que pretendía hacer visible a todos la victoria del catolicismo sobre el protestantismo, al menos en Italia.

La iglesia se recubrió con una increíble decoración de mármol mixto, es decir, un mármol en el que se realizan incrustaciones sobreponiendo pequeñísimos trozos de piedra de distintos colores, modelados según el diseño que se quisiera componer, sobre una losa con una base de unos pocos centímetros de espesor. La técnica del mármol llamada tramischio añade figuras en relieve, casi de bulto redondo, para conseguir efectos aún más espectaculares. Esta técnica, difícil y muy costosa de realizar, se utilizó para magnificar altares y capillas de gran importancia.

La novedad que hace de la Iglesia del Gesù un caso excepcional es que cada centímetro de la pared se cubrió literalmente con mármol. El escultor Francesco Scuto inició esta increíble empresa y la terminaron sus hijos de forma excelente, con la ayuda de Baldassarre Pampillona y Giovanni Battista Ferrera.

A principios del siglo XVIII, el pintor Antonio Grano, con la colaboración del talentoso yesero Procopio Serpotta, dio vida a un virtuosismo asombroso, simulando estucos con la pintura e insertando estatuas de mármol en la decoración. Los frescos de la bóveda, concluidos en 1751 por Gaspare Serenario, resultaron menos satisfactorios y recibieron las críticas de los jesuitas por la tosquedad de las figuras. Cuando se suprimió temporalmente la Orden de Jesús en 1767, la obra decorativa más espectacular de Sicilia aún no se había terminado.

 

Curiosidad: desde el museo de la Iglesia se puede bajar a la Cripta, donde puedes ver los colatoi («coladores») que se utilizaban para secar los cadáveres de los hermanos antes de volver a ponerlos en la sepultura común.

 

 

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