La Virgen de la Anunciación es una pequeña tabla que el pintor siciliano Antonello da Messina, uno de los más grandes maestros del Renacimiento, realizó en torno al 1477. Antonello fue un innovador y, en este caso, incluso revolucionó la forma de representar a la Virgen María, representada, como ves, sin añadir ningún símbolo sagrado; parece más bien el retrato de una chica cualquiera de la época que una imagen de culto.
Antonello pintó el momento en que María recibió la visita del Arcángel Gabriel, quien le dijo que daría a luz al Hijo de Dios; un tema muy común que, sin embargo, el pintor interpretó de una manera totalmente nueva. Normalmente, en la Anunciación se suele representar tanto al ángel como a la Virgen. En cambio, aquí el ángel es invisible, porque es como si estuviera en el espacio exterior del cuadro, en la posición que ocupa el espectador. Así, quien admira la obra se encuentra envuelto en un diálogo con la Virgen, representada detrás del atril sobre el que descansa un libro abierto. María se encuentra justo en el momento en el que está a punto de pronunciar las palabras de la historia evangélica: «¿Cómo puede ser eso?».
Su mirada es inolvidable y parece expresar, más que humilde aceptación, un momento de reflexión, mientras que su mano derecha, bellamente modelada por la luz, parece casi bloquear al ángel invisible y la izquierda cierra con pudor el velo, como si María estuviera perturbada por la repentina aparición.
Fíjate en que la Virgen no se descompone y la estupenda elegancia de su figura se mantiene inalterada. A partir de estos gestos y de la relación que Antonello ha establecido entre el espectador y la Virgen, se crea una atmósfera de suspensión y sutil enigmatismo, pero también de profunda y conmovedora intimidad.
El diálogo psicológico que se establece entre la magnífica pintura y el observador es extraordinariamente moderno, mientras que la belleza casi abstracta de la Virgen, que parece formar parte de un triángulo con el vértice hacia abajo, está perfectamente equilibrada.
Curiosidad: tras unos análisis de laboratorio se descubrió que, bajo la superficie, el cuadro esconde el rostro de otra mujer, más áspero y carente de la intensidad del de la Virgen.