Si lo miras desde el exterior, el Camposanto, en el lado norte, es quizás el monumento menos espectacular de la plaza dei Miracoli. De hecho, la fachada que da a la Catedral y el Baptisterio es un muro de mármol, sencillo pero elegante, con una hilera de arcos ciegos en la parte inferior. Pero es en el interior donde descubrirás la extraordinaria belleza de este cementerio monumental, al que se entra por una portada coronada por un tabernáculo con estatuas de estilo gótico.
Último edificio por orden cronológico en ser erigido en la plaza, el Camposanto tiene forma rectangular y se asemeja a un claustro. Según la tradición, en el espacio central hay tierra de la colina del Monte Calvario de Tierra Santa, donde fue crucificado Jesucristo, que fue traída por algunas naves pisanas que participaron en las Cruzadas. Al parecer, el Camposanto fue construido para acoger la enorme cantidad de tumbas que con el tiempo se habían multiplicado en la zona en torno a la Catedral. El promotor de la iniciativa fue el arzobispo Federico Visconti: los trabajos comenzaron en la segunda mitad del siglo XIII y se terminaron en el siglo siguiente, cuando se construyeron las bellas arcadas, esbeltas y caladas, típicas del gótico florido, y que rodean el gran espacio central.
En un primer momento, fue en este espacio descubierto donde se colocaban los sarcófagos de los ciudadanos más ilustres, incluidos los rectores y docentes del prestigioso Ateneo, así como de los miembros de las principales familias de la ciudad, mientras que las personas menos importantes eran enterradas en los amplios corredores laterales.
Si te preguntas por qué en el césped de la parte central hay algunos capiteles medievales, tienes que saber que en el siglo XIX se decidió trasladar las tumbas a las galerías cubiertas, donde ahora puedes admirar no sólo los famosos frescos medievales que decoran las paredes, sino también extraordinarios sarcófagos romanos, inscripciones antiguas, esculturas e incluso pinturas; más que en un cementerio, ¡te parecerá que estás en un museo!
Y efectivamente, el Camposanto es también un museo, en el que además de los monumentos fúnebres verás espléndidas obras de arte y magníficos restos arqueológicos que te recuerdan el glorioso pasado de Pisa.
CURIOSIDAD: en las primeras décadas del siglo XIX, el Camposanto se convirtió en uno de los primeros museos públicos de Europa, por lo que aquí se recogieron numerosas obras provenientes de iglesias y monasterios locales suprimidos, así como de la Catedral y el Baptisterio.