La Sala Episcopal es la estancia principal del Castelvecchio, y sus paredes están decoradas con retratos de los príncipes-obispos. Aquí se encuentran las imágenes de todos los que se han sucedido en el liderazgo de Trento, desde su transformación en principado episcopal, poco después del año mil, hasta su fin a principios del siglo XIX, en época napoleónica.
El ciclo de frescos se cierra con el último príncipe-obispo de Trento, Pietro Vigilio Thun.
Además de decorar la habitación, los frescos de la Sala Episcopal ponen de relieve los fuertes lazos que unían al principado con el Sacro Imperio Romano Germánico. Esto explica la presencia de las efigies de los emperadores: al retrato de cada obispo corresponde, en el espacio superior, el del emperador de la época. Al mismo tiempo, la decoración de la sala explicita la fidelidad de los príncipes-obispos al papado. En la parte superior de las paredes se enumeran los nombres de los sucesores de Pedro a la cabeza de la Iglesia de Roma.
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La Logia Veneciana recibe su nombre del estilo de los arcos que la conforman, con su inconfundible silueta de arco ojival, pero con bordes salientes, típica de los palacios venecianos. La rica decoración vegetal y floral subraya aún más el vínculo con el lenguaje arquitectónico de la ciudad sobre la laguna.
La visita de este entorno es única, no sólo por las elegantes formas tardogóticas de la logia, sino sobre todo por la impresionante vista de la ciudad que se puede disfrutar entre las esbeltas columnas de piedra rosa. Sobre el horizonte de la ciudad se erigen tres poderosas torres: los campanarios de la catedral y de la iglesia de Santa Maria Maggiore y la Torre Cívica almenada, junto al Palazzo Pretorio.
Curiosidad: Johannes Hinderbach, el obispo que mandó construir la logia veneciana en la segunda mitad del siglo XV, tuvo una historia curiosa. Elegido príncipe-obispo en la Catedral de Trento en 1465 tuvo que esperar cuatro largos años antes de tomar posesión del Castillo del Buonconsiglio, a pesar de que contaba con el privilegio de residir en esta prestigiosa sede. El motivo de la espera fueron las diferencias con la curia papal que, en lugar del obispo de origen alemán, prefería el nombramiento del cardenal italiano Francesco Gonzaga de Mantua.