Un pequeño desvío conduce, ligeramente cuesta arriba, al recogido entorno urbano donde se encuentra la sencilla y bella iglesia románica de San Giovanni in Valle, construida a finales del siglo XII. El interior tiene una particularidad: la nave central, al contrario de lo que suele ocurrir, es más estrecha que las naves laterales.
También resulta muy interesante la cripta, resto de una fase de construcción anterior.
Descendiendo de nuevo hacia el río, se llega a la importante iglesia de Santa María in Organo, construida para el convento de los monjes olivetanos en 1481: es uno de los edificios renacentistas más refinados de Verona.
La fachada está casi totalmente cubierta por un pórtico, construido a mediados del siglo XVI. Las vistas del lateral son muy bonitas, caracterizado por las agujas afiladas y la hermosa torre del campanario, probablemente diseñado por Fra Giovanni da Verona, un monje olivetano que trabajó durante mucho tiempo en el convento como arquitecto y como autor de incrustaciones de madera.
El interior, muy agradable y armonioso, está revestido por una decoración pictórica festiva, ejecutada por pintores veroneses de principios del Renacimiento. Debajo de la zona del altar mayor hay una antigua cripta, con columnas y capiteles del siglo VIII.
La iglesia es famosa sobre todo por las maravillosas incrustaciones de madera de Fra Giovanni, una de las obras maestras más grandes de este refinado género de producción artística, de gran virtuosismo por la ilusión óptica que crea la perspectiva.
Entre 1491 y 1499, Fra Giovanni creó los respaldos del coro, con figuras arquitectónicas y personajes en trampantojo, un género pictórico que crea la ilusión de estar viendo objetos tridimensionales reales. En el centro se encuentra el gran atril, sobre el que se representan libros de música abiertos. Aún más refinados son los paneles que decoran los armarios de la sacristía, considerada en el siglo XVI la más bella de toda Italia.
Por detrás del Palacio Giusti, del siglo XVI, se accede a un jardín encantador, construido en el siglo XVIII a lo largo de la ladera de la colina, con parterres, estatuas, escaleras, estantes de hierba y rocas.
Curiosidad: la iglesia gótica de San Tommaso Cantuariense, cerca del Ponte Nuovo, que permite volver al centro de la ciudad, conserva un órgano barroco que, en 1769, tocó Mozart cuando tenía 13 años.