Cuando se abrieron los canales de Ámsterdam, toda el área circundante también sufrió importantes cambios arquitectónicos y se construyeron nuevos edificios.
Las orillas se dividieron en solares residenciales estrechos. Los ciudadanos adinerados compraron dos o tres pegados para construir casas más cómodas.
La escasez de tierra disponible se compensó con la altura de los edificios, casi siempre de tres o cuatro pisos y equipados con un desván. En aquella época, los impuestos de las casas se pagaban en función del ancho de las fachadas, por lo que se construían muy estrechas y con escaleras angostas. Precisamente por esta razón, las casas contaban con un cabrestante para izar y almacenar la mercancía, y si te fijas, muchas fachadas se construían con una pendiente hacia adelante, precisamente para evitar que la carga de los cabrestantes las golpearan.
Uno de los protagonistas de la fase inicial de las obras fue el escultor y arquitecto Hendrick de Keyser, autor de uno de los edificios más antiguos e importantes del Herengracht, el Bartolotti Huis, ahora parte integral del Museo del Teatro.
El edificio recibe su nombre de Guglielmo Bartolotti, un italiano convertido al calvinismo que había dejado sus considerables bienes a un pariente holandés, Willem van der Heuvel, que no sólo pudo permitirse un palacio con una elegante y elaborada fachada, construido por el arquitecto más importante de la época, sino también cambiar de profesión: de cervecero se convirtió en banquero.
El hijo del arquitecto Hendrick de Keyser, Pieter, fue en cambio el autor de otro hermoso edificio, llamado la casa de las cabezas por la presencia de bustos de deidades clásicas en la fachada, y sobre todo por la iglesia occidental, la Westerkerk, que se asoma al Prinsengracht, el canal de los príncipes, que gracias a su alto campanario es el punto de referencia de todo el barrio.
A pocos pasos se encuentra la casa de Ana Frank, donde la niña y su familia se escondieron durante unos dos años.
Por último, en 2010 los canales de Ámsterdam consiguieron la denominación de patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Curiosidad: a pesar de la regularidad geométrica, los canales delimitan un verdadero archipiélago de islas, y su blando terreno está reforzado por miles de postes de madera. Para conseguirlo, se talaron casi por completo las regiones más boscosas de los Países Bajos.