El museo, dedicado por completo a Vincent Van Gogh, es uno de los más queridos y frecuentados de Ámsterdam, y recibe más de un millón y medio de visitantes al año. Exhibe alrededor de 200 pinturas y 500 dibujos del genial y desdichado pintor holandés junto con un conjunto de cartas escritas de su puño y letra, fotografías raras y una colección de grabados japoneses, muy apreciados por Van Gogh. Aquí también puedes admirar una selección de obras de artistas coetáneos como Corot, Pissarro, Millet, Manet, Gauguin o Toulouse-Lautrec.
El museo ocupa dos edificios adyacentes. La sede principal, de riguroso estilo racionalista, fue diseñada por Gerrit Rietveld y se abrió al público en 1973. Un pasaje subterráneo, que da acceso a un enorme auditorio y otros servicios, lo conecta con el edificio de forma elíptica diseñado por el arquitecto japonés Kisho Kurokawa, inaugurado en 1999, que se utiliza principalmente para exposiciones temporales.
El museo cuenta toda la vida de Van Gogh y se desarrolla a lo largo del nivel del balcón del edificio principal: básicamente sigue un recorrido cronológico, pero las obras del pintor y sus contemporáneos, así como los interesantísimos documentos, se exhiben en rotación. Solo algunas obras imperdibles, como Los comedores de patatas, los autorretratos, los Girasoles y el dramático Trigal con cuervos se exponen de manera permanente, mientras que el contexto y el lugar en el que se exponen las obras pueden cambiar. La visita al museo en sí se asocia a menudo con exposiciones temporales, siempre de alta calidad, que se desarrollan en el edificio contiguo.
En la entrada del Museo Van Gogh se suelen formar largas colas, pero con la Amsterdam Card, la tarjeta acumulativa que permite el acceso a la mayoría de los centros culturales de la ciudad, tienes prioridad. Como alternativa, te sugiero que vayas al museo por la mañana temprano para evitar la multitud que va llegando progresivamente.
Curiosidad: hoy Vincent Van Gogh es muy famoso, pero la colección del museo consiste principalmente en pinturas que la esposa de su hermano Theo heredó cuando murió su marido, que no consiguió vender las obras. Un claro caso de éxito póstumo.