La plaza de Hradčany está ligeramente inclinada y es uno de los puntos de acceso al castillo más habituales. Se encuentra rodeada de edificios monumentales; entre ellos, se abren las calles de acceso y encantadores puntos panorámicos sobre los tejados de Malá Strana, el barrio al sur de la ciudad, que en checo significa «lado pequeño».
En el lado opuesto al castillo, se encuentra el palacio del gran duque de Toscana, de estilo barroco, con dos torres gemelas que se corresponden con las entradas.
Al descender por la empinada bajada hacia Malá Strana, se encuentra el palacio Schwarzenberg, del siglo XVI, que tiene una fachada decorada con esgrafiados renacentistas que simulan un revestimiento de piedra esculpida.
Entre sus espaciosos salones, con frescos y techos de madera esculpida, se encuentra perfectamente integrada la sección de arte barroco de la Galería Nacional. En la segunda planta, hay una completa colección de obras manieristas, mientras que en las otras dos plantas, se encuentran los mejores exponentes del barroco checo, tanto en pintura como en escultura. A través de las ventanas se puede disfrutar de una vista panorámica única del parque de Petřín.
Justo antes de la entrada al Castillo, a la izquierda, el Palacio Arzobispal domina la plaza con su preciosa fachada del siglo XVIII. Frente a él, en una posición cargada de simbolismo, se erige la estatua de Tomáš Masaryk, el primer presidente de la república de Checoslovaquia, electo en 1918 y protagonista de la independencia nacional, obtenida con la caída del imperio austriaco tras la Primera Guerra Mundial.
Junto al Palacio Arzobispal, un pasaje conduce al elegante palacio Sternberg, la sede principal de la Galería Nacional. El gran patrimonio que posee este museo se encuentra distribuido de forma eficaz entre distintos lugares monumentales.
El interior del palacio es lujoso, decorado con numerosos armarios de época completamente restaurados, y en él se exponen cuadros europeos desde el siglo XV al XVIII, con obras de artistas italianos, alemanes, flamencos, holandeses, franceses y españoles, como El Greco, Rubens y Goya. Una colección muy variada y con obras de gran calidad, entre ellas, una obra maestra absoluta: la Fiesta del Rosario, de Alberto Durero.
Curiosidad: casi en el centro de la plaza, se encuentra uno de los elementos de decoración urbana más vistosos y extravagantes de Praga. Se trata de una gran farola de gas hecha de hierro fundido que data del año 1867, sostenida por estatuas de figuras femeninas. Una singular fusión entre neoclasicismo y neobarroco.