Para ver el castillo en profundidad, tienes que dedicarle al menos un día entero, sobre todo a los distintos edificios monumentales y museos. No obstante, también puedes concederte un descanso en los jardines panorámicos que rodean la fortaleza o dar un paseo por las tiendas del Callejón del oro. En el número 22 de esta famosa calle, vivió Franz Kafka. También puedes visitar la Torre Blanca y ver el museo de las torturas, o deambular sin preocupaciones por la historia de este complejo de espléndidos edificios, que cuentan con alrededor de setecientas habitaciones, dejándote hechizar por sus cinco iglesias, torres, callejones y exuberantes jardines.
El aspecto general es de estilo sobrio propio del siglo XVIII, fruto de la intervención del arquitecto de la corte Nicola Pacassi, al que la emperatriz María Teresa de Austria había encargado poner orden en el conjunto arquitectónico, y en el que también encuentran su espacio otros estilos como el gótico, el románico y el barroco.
Para orientarte, te recomiendo que tengas siempre presentes los «patios», es decir, las plazas en torno a las cuales se encuentran los edificios principales.
El «primer patio» del castillo es la explanada que hay al otro lado de la verja del siglo XVIII, de la época de María Teresa de Austria. Delante de ella, frente a la fachada, se encuentran los colosales y animados grupos escultóricos de piedra llamados La batalla de titanes.
La entrada monumental es la conocida como Puerta de Matías, por el emperador que la mandó construir a principios del siglo XVII, y recoge motivos arquitectónicos inspirados en el Renacimiento italiano. Al igual que las otras dos entradas al castillo, la puerta está custodiada por guardias armados. No olvides que las partes cerradas al público constituyen la sede oficial del presidente de la República Checa, y en ella se celebran ceremonias de Estado que, a veces, pueden obstaculizar el recorrido de los visitantes. El cambio de guardia tiene lugar cada hora, con una cierta solemnidad marcial, y es la ocasión perfecta para juntarse con pequeños grupos de turistas y ciudadanos.
Curiosidad: las puertas de acceso al castillo son tres y, como en una ciudad medieval, por la noche se trancan. En invierno, el castillo y todos los que habitan en él quedan aislados del resto del mundo desde las once de la noche hasta las seis de la mañana y, en verano, desde las doce de la noche hasta las cinco de la mañana.