Se encuentra a poca distancia del castillo, con el que se comunica a través de una calle en la que se erige el ayuntamiento de Hradčany, del siglo XVI. Hace tiempo, en esa misma calle se encontraba la casa de Peter Parler, el arquitecto de la catedral y del puente de Carlos.
El santuario domina la plaza de Loreto con sus formas alegres, su esbelta torre central y sus enlucidos claros. La plaza es una de las más bellas de Praga y constituye el corazón del barrio de Hradčany, en el exterior del castillo. El enorme espacio en pendiente, con un gran parterre central, se realizó en 1703 tras liberar la zona de casas en ruinas y de un antiguo cementerio.
Al repicar de cada hora, el célebre carillón de 27 campanas que hay en la torre del santuario toca un himno. A esta plaza se asoma también la simple iglesia de los Capuchinos, que data de 1601.
En el lado occidental, en frente del santuario, como si fuera un bastidor urbano, se extiende con sus 150 metros la poderosa fachada del palacio Cernin, construido por arquitectos italianos en el siglo XVII y actualmente sede del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Este majestuoso edificio combina reminiscencias tardorrenacentistas, como el impresionante zócalo almohadillado de la planta baja, con soluciones barrocas, como la secuencia monumental de las sesenta enormes semicolumnas corintias que dividen las dos plantas superiores. Los rostros grotescos que decoran los capiteles son muy peculiares.
A la derecha del palacio se extiende el jardín, que se puede visitar en verano y al que se asoma la preciosa fachada interior.
Curiosidad: uno de los motivos del encanto de Praga es la alternancia entre lujosos edificios monumentales y pequeños rincones llenos de poesía y personalidad. Al seguir la calle que baja a la derecha del majestuoso palacio Cernin, se llega a la romántica y silenciosa calle Novy svet («nuevo mundo»), en la parte trasera del convento de los Capuchinos. Está rodeada de casas viejas, y es uno de los paseos preferidos de los enamorados.