Central Park, con sus tres kilómetros cuadrados de superficie, es el parque más grande de Manhattan. Este famosísimo espacio público de forma rectangular ocupa más de 50 manzanas del barrio de Uptown, y alberga en su interior bosques, prados y lagos, además de numerosas especies animales y vegetales. Pero no te dejes engañar por su apariencia; la mayor parte del parque no es fruto de la naturaleza, sino de la intervención humana.
De hecho, en las primeras décadas del siglo XIX, debido al crecimiento de la población y de la metrópolis, se eligió esta zona para crear en ella un espacio abierto. Anteriormente, solo había ciénagas, pantanos y depresiones, además de chabolas de inmigrantes europeos y afroamericanos. Gracias a la visión de futuro del paisajista Olmsted y del arquitecto Vaux, esta área deprimida se transformó en el magnífico parque que estás a punto de descubrir, en cuanto cruces una de sus numerosas puertas de entrada.
A lo largo del camino, ten cuidado con los apasionados del running, ciclistas y patinadores que se exhiben en Park Drive o en la pista que rodea el Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir, y atención a los aficionados de la escalada libre que trepan por las enormes rocas de Rat Rock o Cat Rock. Si quieres evitar un accidente, dirígete hacia el prado central del Great Lawn; allí encontrarás solo familias haciendo pícnic o animando a sus hijos mientras juegan al béisbol, al más puro estilo americano.
CURIOSIDAD: entre los distintos eventos que tienen lugar aquí, el más conocido es la Maratón de Nueva York, que termina frente al histórico restaurante Tavern on the Green, en la parte sudoccidental del parque. En 2012, por primera vez en más de 40 años, este popular evento se canceló por culpa del huracán Sandy. Sin embargo, esto no consiguió frenar el entusiasmo de los más de 20.000 maratonistas que, invadiendo espontáneamente el parque, organizaron una emotiva carrera benéfica a favor de los residentes de Staten Island, que habían sido gravemente afectados por el devastador fenómeno natural.