MUSEO METROPOLITANO DE ARTE

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El Great Hall, es decir, el majestuoso vestíbulo central, se inauguró a principios del siglo XX.

Este espacio monumental, que tardó 30 largos años en construirse, hasta el punto de que su arquitecto no pudo verlo terminado, es la espléndida carta de presentación del museo: sus arcos proyectados hacia arriba, las bóvedas redondeadas, las imponentes columnas y la elegante galería, producen la sensación de entrar en un majestuoso templo neoclásico, donde podrás admirar y venerar más de dos millones de obras de arte.

Tanta riqueza da un poco de vértigo, pero no te preocupes: con un plano y un poco de paciencia, conseguirás no perderte entre los casi doscientos mil metros cuadrados del espacio expositivo.

De las 19 secciones en las que se dividen las colecciones, de la pintura a la escultura, de la fotografía a los trajes, de las armas a los instrumentos musicales, las más populares son las dedicadas al arte egipcio y grecorromano, junto con la famosa «ala americana» y la pintura europea.

Una vez centrada tu atención en estas dos últimas, en el lado derecho del Great Hall encontrarás las galerías del Antiguo Egipto donde, al fondo, en un salón parcialmente rodeado por un estanque lleno de agua e iluminado por un amplio ventanal que se asoma a Central Park, encontrarás el imperdible Templo de Dendur.

En cambio, la colección de arte grecorromano, recientemente ampliada, se encuentra en el lado opuesto, y alberga esculturas, bajorrelieves y frescos. También aquí, la parte más espectacular se encuentra al fondo, en un sugestivo atrio, en el que te verás rodeado de divinidades de mármol y personajes romanos.

El ala americana ocupa cuatro plantas e incluye las artes decorativas; destacan las estancias que recrean ambientes de época, así como la colección de expositores con fascinantes ejemplares de Tiffany. Verás también las obras de pintura y escultura, con obras maestras de artistas estadounidenses.

Pero el verdadero plato fuerte del Met es la impresionante colección de pintura europea de la segunda planta. Abarca un periodo de casi seiscientos años e incluye, sobre todo, cuadros de las escuelas francesa, italiana y holandesa.

Prepárate para el magnífico golpe de gracia final: Caravaggio, Cézanne y Van Gogh te están esperando con sus fantásticas obras.

Curiosidad: el Met, para no ser menos que su amigo parisino, posee una Mona Lisa, pintada por Duccio di Buoninsegna, no por Leonardo. Es el apodo que recibe su Virgen con el niño, un cuadro que, aun siendo más pequeño que un folio A4, ¡costó más de treinta millones de euros!

 

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