Terminado en 1907 después de decenas y decenas de dibujos, bocetos, estudios de conjunto y de las figuras individuales, el gran lienzo titulado Las señoritas de Aviñón es la primera obra maestra de Picasso; una obra clave que cierra la era de la pintura tradicional e indica el verdadero inicio del arte moderno. El pintor español, que entonces tenía 26 años, propone una imagen áspera y angulosa, en la que acentúa la descomposición de las figuras humanas y de los objetos, dando inicio a la revolución expresiva del cubismo.
Picasso vivía en París, en una casa-taller sobre la colina de Montmartre, y en los años anteriores había pasado por las etapas «azul» y «rosa», llamadas así por el color que predominaba en sus pinturas.
Una serie de acontecimientos explican este giro en el estilo del joven pintor: la influencia de las esculturas arqueológicas y africanas presentes en los museos y en las galerías de arte de París, la amistad-rivalidad con Matisse y la visita de una gran exposición retrospectiva de Cézanne, que había muerto recientemente y hasta entonces no era muy conocido.
Como resumen de todos estos estímulos, Picasso concibió, sobre un gran lienzo cuadrado, el grupo de cinco chicas desnudas. Consciente de la fuerza innovadora de la composición, tuvo el cuadro vuelto hacia la pared de su estudio durante un tiempo, mostrándolo con precaución solo a los amigos.
La mujer en el extremo izquierdo recuerda al arte del Antiguo Egipto; las dos del centro se inspiran en los cuadros del Greco y en la serie de los Bañistas de Cézanne. Por último, en las dos figuras de la derecha se evidencia la influencia del arte «primitivo» de Oceanía y del África subsahariana, en concreto, de las máscaras tribales.
El fondo ha perdido casi por completo cualquier referencia a la realidad: ya no es un espacio natural, sino una dimensión ideal, en la que el artista puede expresar libremente toda la fuerza de su propia creatividad. Picasso experimenta aquí, por primera vez, la pintura «simultánea», mostrando a los personajes desde distintos puntos de vista. De la mujer agachada en la esquina inferior derecha, la más cercana al cubismo de toda la composición, vemos la nariz de perfil y la cara de frente, parte del pecho y la espalda.
Curiosidad: el título no se refiere directamente a la ciudad del sur de Francia, sino que toma su nombre de la calle de Avinyó de Barcelona, donde se encontraba el prostíbulo en el que trabajaban las protagonistas del cuadro.