SAN JUAN EL DIVINO

Historia

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La catedral de San Juan el Divino no es solo la catedral anglicana más grande de la ciudad, sino también la más grande del mundo, disputándose tal título con la de Liverpool.

Por tanto, se puede afirmar que el objetivo del obispo Henry Codman Potter, que pretendía fundar una catedral capaz de rivalizar con la católica de San Patricio, ha superado todas las expectativas, y no solo por una cuestión de tamaño, como verás enseguida.

Desde que se colocara la primera piedra el 27 de diciembre de 1892, día de la festividad de San Juan, el santo al que está consagrada la catedral, esta colosal obra ha batido todos los récords, incluso en cuanto a la duración de las obras, ya que aún se encuentra en construcción y no tiene una fecha concreta de finalización.

Las labores de construcción se han visto interrumpidas en varias ocasiones, tanto por culpa de la Primera y de la Segunda Guerra Mundial como por la falta de fondos. En los años setenta se retomaron las obras, pero se volvieron a interrumpir veinte años más tarde.

El alcalde de entonces, con una dosis justificada de desconfianza, recordaba, bromeando, que algunas grandes catedrales del pasado tardaron en construirse 500 años, mientras que esta había cumplido solo su primer siglo de vida.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, en 2001, un violento incendio dañó el transepto y el órgano principal, lo que provocó el cierre del templo durante siete años. De este modo, se añadió un nuevo capítulo a la «historia interminable» de esta «Sagrada Familia» neoyorquina, de la que parece difícil escribir el final.

Curiosidad: en 1991, el célebre arquitecto Santiago Calatrava ganó un concurso internacional para la finalización de la catedral. Su original proyecto pretendía incluir un biorrefugio ecológico en el que, bajo una amplia bóveda de cristal, se cultivarían diferentes tipos de plantas. Sin embargo, con el paso de los años, la propuesta se añadió al resto de sueños olvidados en un cajón de un templo destinado a la eternidad, en todos los sentidos. Tanto es así que a esta catedral se la conoce irónicamente por su apodo, St. John the Unfinished, «San Juan el Incompleto».

 

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