La Belle Époque, término que se refiere al periodo histórico, sociocultural y artístico que abarcó Francia desde finales del siglo XIX hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, presenta límites cronológicos debatidos por historiadores. Aunque inicialmente asociado con la experiencia francesa, este período compartió similitudes en otros países europeos y en contextos extraterritoriales, como la "Edad Dorada" en los Estados Unidos y el "Porfiriato" en México. En Italia coincidió con la "edad umbertina" y la "edad giolittiana". La Belle Époque, influenciada por la Segunda Revolución Industrial, testificó un crecimiento económico significativo, mejoras en la calidad de vida y el surgimiento de actividades recreativas. A pesar de la modernización, persistieron desafíos como la pérdida de posición económica global, desigualdades sociales y una población envejecida. El término se asocia con la vida sofisticada de la burguesía, pero no puede ocultar la miseria de los trabajadores. Se iniciaron avances en la emancipación de género, y el periodo estuvo marcado por eventos políticos, como el caso Dreyfus y la separación entre Estado y Iglesias en 1905. La Belle Époque fue una época de transformación cultural, científica y tecnológica, destacando París como centro de influencia artística y cultural, así como de modernidad, celebrada en la Exposición Universal de 1900. Se introdujeron innovaciones como la electricidad, la expansión del transporte con la inauguración del metro y la popularización de la automoción. También vio el surgimiento del cine, el desarrollo del deporte y una prensa vibrante, con la participación creciente de intelectuales en cuestiones políticas y sociales.