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Te encuentras frente al magnífico templo de Hefesto, en el que no te hará falta usar la imaginación porque se conserva casi en perfecto estado. De hecho, se convirtió en una iglesia y sobrevivió a la destrucción que afectó a casi todos los edificios paganos.

Su construcción comenzó en el año 449 a. C., justo antes de la del Partenón, con el que guarda muchos elementos en común, pero se terminó en el 416, ya que al parecer los fondos se destinaron a las obras de la Acrópolis.

El autor de la obra es desconocido: para algunos podría tratarse de Ictino, que también diseñó el Partenón; otros, en cambio, afirman que pudo ser Calícrates, el constructor del templo de Atenea Niké.

Se construyó como regalo de los herreros que vivían en este barrio y estaba dedicado a Hefesto, considerado el herrero de los dioses. Es el templo griego mejor conservado de los que han sobrevivido hasta nuestros días.

Con seis columnas en los lados cortos y trece en los largos, se le considera el típico templo dórico, que data del período clásico en el que Pericles gobernaba Atenas.

Alrededor del 450 d. C. se convirtió en iglesia ortodoxa dedicada a San Jorge: la columnata y los frontones se mantuvieron intactos, mientras que la cella, que albergaba las estatuas de los dioses, se adaptó al nuevo culto. En particular, el techo original, que era plano y de madera, se cambió por el techo abovedado que aún puedes ver hoy, y se eliminaron las dos filas de columnas que dividían el interior de la cella en tres partes. Por desgracia, también desaparecieron para siempre la estatua de bronce de Hefesto y la de Atenea, famosas obras del escultor Alcámenes.

Al igual que en el Partenón, en la pared de la parte interior, discurre un friso que representa la lucha contra centauros y otras criaturas monstruosas. Si observas con atención, verás los rastros de vivos colores que ensalzaban las escenas esculpidas. También en este caso las metopas, es decir, las placas que sostenían el techo, 10 en la parte delantera y 24 en los lados, se esculpieron con bajorrelieves que narraban batallas mitológicas: en este caso, las aventuras de los dos héroes Heracles y Teseo.

 

Curiosidad: en 1834, tras la proclamación de independencia de Grecia, el templo acogió la primera exposición nacional de hallazgos arqueológicos.

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