Afrodita, Pan y Eros, una obra realizada alrededor del siglo II a. C., es una escultura muy diferente de las demás, no por la técnica o el material utilizados, sino por el modo de representar al sujeto. Se trata de un grupo de mármol que reproduce tres criaturas míticas: Afrodita, la diosa del amor, Pan, una deidad salvaje mitad hombre y mitad cabra, y Eros, el dios del amor físico y el deseo, representado como un niño alado.
Es difícil reconocer en esta escena lúdica el sentido de lo trágico y lo sagrado que caracterizaba todas las obras que has visto hasta ahora. Afrodita se está preparando para darse un baño e incluso lleva una cinta en la cabeza que recoge su cabello para no mojarlo. De repente, Pan se acerca a ella y comienza a molestarla, mientras Eros lo aleja riendo, cogiéndolo por un cuerno.
El rostro de Pan es tosco; tiene la nariz aplastada, las orejas puntiagudas y sus piernas son patas de cabra. Agarra a la diosa y con su robusto brazo trata de apartar la mano con la que ella intenta cubrirse de manera no muy decidida. Sin embargo, esta Afrodita, más que una diosa del Olimpo, parece una hermosa mujer terrenal, relajada y tranquila, despreocupada por completo del torpe asalto que rechaza con una sonrisa, bromeando con golpear a Pan con una sandalia.
El artista quiso enfatizar de forma jocosa la diferencia entre la soberbia belleza del joven cuerpo femenino y el deseo sexual animal de la criatura salvaje.
Una obra como esta nos hace comprender que, en esta época, al arte le interesaba un mundo diferente, lejano de la sublime concentración de las obras anteriores, pero también más divertido y, sobre todo, más humano.
El grupo escultórico, hecho de mármol, se encontró en una casa en Delos. Aún hoy puedes observar algunos restos de color.
Curiosidad: unos 200 años después de la realización de esta obra, el famoso escritor romano Plutarco afirmó que Pan estaba muerto. Quizás quería decir que había terminado ese modo de representar el mundo a través de los dioses del Olimpo que, hasta entonces, había sido el hilo conductor del arte. Pero como bien sabes, estaba equivocado, porque los temas clásicos han perdurado durante siglos.