BASÍLICA DE SANTA CLARA

Historia

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La iglesia está dedicada a Santa Clara, la primera mujer que siguió a Francisco. De familia rica y noble, Clara estuvo presente cuando Francisco renunció a sus bienes terrenales frente a todos los ciudadanos. Tenía solo 12 años, pero este evento cambió su vida. A los 19 años se escapó de casa de sus padres, quienes se oponían a sus ideas. Se unió a Francisco en la Porciúncula, la pequeña iglesia donde vivía el santo, cerca de Asís. Tenía ideas precisas: quería crear una comunidad de mujeres radicalmente pobres, que vivieran de su trabajo, se concentraran en rezar para ellas mismas y para los demás, al servicio de todos. Francisco la acogió, y pocos años más tarde Clara acudió al Papa para que aprobara la orden de las Clarisas, abriendo el camino para la emancipación femenina.

 

La iglesia tiene una fachada muy simple, y está dividida en tres partes por dos marcos horizontales en cuyo centro destaca un magnífico rosetón decorado como un encaje. La única decoración es el arco que enmarca la puerta, apoyado en dos ménsulas con forma de león. Por lo demás, la fachada está desnuda. Pero, ¿dirías que es pobre? La alternancia entre las líneas de piedra blanca y las de piedra rosa le confieren una dulce elegancia de sabor casi femenino.

Si el gran arco que hay a la izquierda te sorprende, ahora te explicaré su función. Junto con el resto de arcos iguales, también a la izquierda pero escondidos tras la fachada del convento, desempeña una función fundamental, que entenderás perfectamente cuando entres en la iglesia. Fíjate en el techo, construido con una serie de bóvedas sostenidas por arcos ojivales. Se trata de una nueva técnica de construcción típica de la arquitectura gótica utilizada para hacer que la iglesia sea más alta y delgada. Estos arcos empujan las paredes laterales; sin los arbotantes externos, las paredes se abrirían y la iglesia se derrumbaría.

 

Curiosidad: Clara, en una noche de Navidad, debilitada por la enfermedad en la cama de su celda y triste por no poder estar cerca de la comunidad en ese día sagrado, se puso a rezarle al Niño Jesús.

Cuando las otras religiosas volvieron a visitarla, Clara les contó todo lo que había pasado durante la celebración. Ante la sorpresa de las hermanas, explicó que Dios le había otorgado la gracia de ver las escenas de la ceremonia proyectadas en las paredes de su habitación al mismo tiempo que se celebraban en la capilla. Por esta razón, hoy se le considera protectora de la televisión.

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