A la derecha de la Torre, las seis columnas del Templo de Minerva te hablan de una época anterior a la medieval. Es probable que la plaza del ayuntamiento se encuentre en el lugar que antes ocupaba el foro, la plaza más importante de la ciudad romana, donde se ponían los mercados y se desarrollaban las actividades principales, y donde se ubicaban los principales edificios públicos, civiles y religiosos.
El Templo de Minerva es un templo romano clásico de mármol blanco que se alzaba sobre una alta base y que ahora se encuentra bajo tierra. Las seis columnas de la fachada sostienen un tímpano triangular. En el interior, una habitación rectangular llamada cella albergaba la estatua de la deidad.
Como sucedía a menudo, tras la caída del Imperio Romano, el templo se convirtió en una iglesia; de hecho, aún hoy se llama Santa María sopra Minerva. Pertenece a los monjes benedictinos, que hicieron talleres y viviendas e incluyeron una pequeña iglesia, que más tarde fue la sede del ayuntamiento y, más tarde, una prisión. Por último, en el siglo XVI se volvió a transformar en la iglesia que ves ahora. En época romana, Minerva era la diosa de la sabiduría. En cambio, la Virgen María, madre de Cristo, representa la sabiduría cristiana. Se trata de una admirable continuidad entre el paganismo y el cristianismo.
El interior se reformó entre los siglos XVII y XVIII para adaptarse al gusto barroco.
Frente a este edificio, tal vez te hayas sentido un poco como Goethe, el más ilustre de los viajeros que en el siglo XVIII vinieron del norte para descubrir las bellezas de Italia. Goethe se emocionó frente al templo, conmovido por tener justo frente a sus ojos un monumento de la antigüedad completo. Sin duda, tú también quedarás impresionado al descubrir que un edificio que se construyó hace más de dos mil años se encuentra en perfecto estado de conservación. Pero te sorprenderá aún más que de su estancia en Asís, Goethe solo recordara este templo, sin decir una palabra de la basílica de San Francisco y de los frescos de Giotto.
Esto demuestra que en el siglo XVIII el arte medieval, es decir, el románico y el gótico, era poco apreciado porque se consideraba imperfecto y primitivo ¡Cómo cambian los gustos con el tiempo!
Curiosidad: en el fresco de Giotto Un hombre simple extiende su capa a los pies de Francisco, en la Basílica de San Francisco, se puede ver el templo representado con las rejillas en las ventanas, ya que en aquella época se usaba como prisión.