SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES EN LA PORCIÚNCULA, Santa María De Los Ángeles En La Porciúncula

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español Idioma: español

La historia cuenta que mientras Francisco estaba rezando frente al Crucifijo en San Damián, Cristo le habló para pedirle que reparara su iglesia. Pensando que se refería a la pequeña iglesia de Santa María de los Ángeles, que estaba en ruinas, Francisco la reconstruyó, y este pequeño templo, también llamado Porciúncula, se convirtió en el corazón de la espiritualidad franciscana. Francisco vivió en este modesto edificio. Aquí acogió a los primeros hermanos que quisieron vivir como él, y a Clara, que dio vida a la orden de las monjas Clarisas.

Pero, ¿qué tiene que ver el enorme edificio que tienes enfrente con la modesta iglesia? Seguramente ya te hayas dado cuenta de que no puede ser la misma. De hecho, el arquitecto de Perugia Galeazzo Alessi construyó esta imponente iglesia en el siglo XVI para preservar en su interior la antigua iglesia y todo el convento franciscano.

Al entrar, igual sientes una sensación de vacío, pero luego aparece, pequeña y lejana en el inmenso espacio, acogedora como una casa, la pequeña iglesia de San Francisco y su interior animado por los vivos colores de los frescos.

A la derecha está la capilla del tránsito, que era la enfermería del convento, donde Francisco murió el 3 de octubre de 1226. La estatua de Francisco de cerámica esmaltada que hay en el nicho es obra del escultor del siglo XV Andrea della Robbia.

En un ala de la basílica se conserva la rosaleda, vinculada a uno de los eventos más famosos de la vida del santo. Una noche, el joven Francisco fue invadido por un estado de tremenda excitación. Para sofocarla, se desnudó y se arrojó a los zarzales que rodeaban su casa. Milagrosamente, las espinas desaparecieron y los zarzales se convirtieron en un jardín de rosas. Francisco, que había vencido la tentación, vio a Cristo y a la Virgen inmersos en una luz resplandeciente. Aún hoy, en el jardín florece la Rosa Canina Assisiensis, un tipo de rosa sin espinas.

 

 

Me despido con una curiosidad: se dice que San Francisco hablaba con la naturaleza y los animales. En tu recorrido, justo antes de la rosaleda, puedes observar la estatua de Francisco con una paloma blanca en la mano que parece estar escuchando al santo.

 

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