La Gruta Esmeralda es una maravilla natural descubierta por casualidad en 1932 por un pescador.
La mejor forma de visitarla es por mar, aprovechando los numerosos operadores turísticos que organizan excursiones a esta y otras zonas de la costa. También se puede acceder a través de un ascensor o de una escalera situada a lo largo de la carretera estatal 163, a unos 3 kilómetros de la ciudad de Praiano. Te recomiendo la primera opción porque, sin duda, es la más llamativa.
La Gruta Esmeralda es un espectáculo fascinante gracias a sus aguas cristalinas y sus paredes rocosas, moldeadas durante milenios con estalactitas y estalagmitas por la acción del mar.
La forma de la cueva sugiere que, antiguamente, estuvo situada en una zona seca y que el nivel del agua se vio influido a lo largo del tiempo por las mareas y los cambios geológicos.
La forma casi de cúpula de la cueva, con unos 30 metros de anchura, 60 de longitud y 24 de altura, ofrece un espacio amplio y majestuoso a los visitantes. En su interior, el color del agua llama inmediatamente la atención.
El nombre de la gruta, en italiano «Grotta dello Smeraldo», procede del extraordinario color verde esmeralda del agua, un efecto causado por la luz solar que penetra a través de una fisura submarina y se refleja en las paredes rocosas y el fondo marino, enriquecido con una flora marina característica. Este fenómeno crea una atmósfera mágica que hace que cada visita sea única. La presencia de una estatua de la Virgen, patrona de los marineros, añade un toque adicional de espiritualidad a este lugar ya de por sí envuelto en misterio y belleza natural.
La Gruta Esmeralda representa así un viaje a través del tiempo, la naturaleza y la cultura, ofreciendo a sus visitantes una inmersión profunda en uno de los escenarios más encantadores de la Costa Amalfitana.
Curiosidad: en el corazón de la gruta, a cuatro metros de profundidad, se instaló en 1964 un belén submarino con pequeñas figuras de cerámica de Vietri. Al no ser muy resistentes a la erosión marina, las figuras fueron sustituidas posteriormente por réplicas de fibra de vidrio. Desde su instalación, todos los años se celebra una procesión marítima durante las fiestas navideñas, en la que un equipo de buzos coloca solemnemente la figura del Niño Jesús en su lugar en el fondo del mar.