La vida de Santa Trofimena, fallecida alrededor del año 640 después de Cristo, está narrada por una leyenda que añade encanto y misterio a su martirio. Según la tradición transmitida en la localidad de Minori, donde es muy venerada, Santa Trofimena sufrió el martirio a una edad temprana, quizás a los doce o trece años, por haber rechazado casarse con un pagano. Según la leyenda, su cuerpo, encerrado en una urna, fue arrojado al mar y llegó a la playa de Minori.
El urna que contenía sus restos, descubierta por una lavandera, fue llevada por dos vacas blancas - que luego se convirtieron en el símbolo de la Santa - hasta el lugar donde se erigió una iglesia en su memoria, la cual fue reconstruida posteriormente.
La confusión sobre el nombre de la Santa persiste hasta el día de hoy: en Minori es venerada como Trofimena, mientras que en Patti como Febronia. Algunos estudiosos sugieren que Trofimena es su nombre propio, mientras que Febronia podría ser el apellido.
En 1673, el obispo de Minori, Antonio Botti, estableció que el nombre correcto era Trofimena.
Desde 1793, sus reliquias han sido colocadas en la moderna cripta de la basílica, donde aún son veneradas.