Carlos I de Anjou, conocido también como Carlos de Anjou, fue una figura histórica muy influyente en la Edad Media europea. Nacido en 1226 en París y fallecido en Foggia en 1285, era hijo de Luis VIII de Francia y de Blanca de Castilla. Su vida y hazañas fueron notables por varias razones, incluyendo su ascenso al poder en diferentes áreas de Europa.
Carlos adquirió varios títulos nobiliarios durante su vida, incluyendo:
- Rey de Sicilia desde 1266 hasta 1282: Conquistó el reino de Sicilia tras la batalla de Benevento, después de haber derrotado y destronado a Manfredo de Sicilia, último representante de la dinastía Hohenstaufen en Italia.
- Rey de Nápoles desde 1266 hasta su muerte: Fundó lo que se convertiría en el Reino de Nápoles, separándose formalmente del Reino de Sicilia tras los Vísperas Sicilianos en 1282.
- Conde de Provenza y Forcalquier desde 1246 hasta su muerte: Heredó estos títulos a través del matrimonio con Beatriz de Provenza.
Carlos I de Anjou tuvo un gran impacto en el panorama político de su tiempo, tanto en Italia como en Europa:
- La victoria en la Batalla de Benevento, en 1266, le permitió consolidar el control de su casa sobre el sur de Italia, marcando el fin de la influencia de los Hohenstaufen en la región.
- Participó en la Séptima Cruzada, demostrando su compromiso con la cristiandad contra el mundo musulmán.
- Un violento levantamiento popular que estalló en Sicilia en 1282, conocido como los Vísperas Sicilianos, redujo drásticamente su control sobre la isla, llevando a la división del reino en dos entidades: el Reino de Nápoles y el Reino de Sicilia (este último bajo el control de la Corona de Aragón).
El legado de Carlos I de Anjou fue complejo. Si bien estableció una dinastía que controlaría Nápoles durante siglos, por otro lado, sus políticas agresivas y su tendencia a centralizar el poder provocaron tensiones y conflictos, como lo evidencian los Vísperas Sicilianos.