Francesco Solimena fue uno de los pintores más importantes e influyentes del tardo barroco italiano. Nacido en 1657 cerca de Avellino, y fallecido en 1747 cerca de Nápoles, Solimena tuvo una larga y productiva carrera, durante la cual desempeñó un papel central en el desarrollo del arte en Nápoles en los siglos XVII y XVIII.
Comenzó su formación artística bajo la guía de su padre, Angelo Solimena, un pintor mediocre. Más tarde, se trasladó a Nápoles, donde completó su formación estudiando bajo Francesco di Maria y, más significativamente, bajo el famoso Luca Giordano, quien tuvo una influencia decisiva en el joven.
El artista desarrolló un estilo muy personal, caracterizado por un uso dramático del color y la luz, una fuerte énfasis en el dinamismo y el movimiento, y composiciones complejas. Sus obras a menudo reflejan un vivo sentido de la teatralidad y una habilidad para crear narrativas visuales convincentes.
Solimena no solo fue pintor, sino también un profesor influyente. Su taller se convirtió en uno de los centros más importantes para la formación de artistas en Nápoles. Entre sus alumnos se encontraban algunos de los nombres más conocidos de la generación posterior de pintores italianos, como Corrado Giaquinto y Sebastiano Conca.
Su estilo y técnicas influenciaron a muchos artistas y ayudaron a definir el carácter del arte barroco en Italia meridional. Solimena es considerado una figura clave en la transición del Barroco al Rococó, especialmente por su capacidad para infundir un sentido de movimiento y emotividad en sus obras.