Las obras de construcción de la basílica se reanudaron en 1606, año en que Francesco Antonio Zimbalo añadió a la fachada el portal principal con el doble par de columnas corintias y las dos puertas laterales con un diseño intrusivo y singular, muy lejos del estilo de Riccardi. Observa cómo el portal central se superpone a los arcos ciegos y cómo los escudos de armas de la parte superior de los portales laterales rompen el armonioso diseño circular de los rosetones.
La parte superior de la fachada se debe a Giuseppe Zimbalo, hijo de Francesco Antonio, el arquitecto local más importante del siglo XVII, que contó con la ayuda del creativo y genial escultor Cesare Penna, también de Lecce.
Penna esculpió el extraordinario rosetón barroco, uno de los más valiosos que el arte moderno pueda recordar. El rosetón es un remolino de hojas y círculos finamente decorados, y está enmarcado por dos columnas corintias y flanqueado por nichos con las estatuas de San Benito y San Celestino.
A Giuseppe Zimbalo se deben el diseño general y la parte más alta, llamada fastigio.
Aunque esta fachada pueda parecer un poco caótica en sus decoraciones, su lenguaje simbólico tenía un significado preciso en su época.
La parte inferior representa el mundo pagano que será redimido por el sacrificio de Cristo en la cruz. Notarás que en la parte superior de las columnas hay algunas figuras desnudas y monstruos extravagantes que sostienen el balcón.
Más arriba, los ángeles de la cornisa sostienen la tiara, el tocado del Papa y la corona, los símbolos del poder espiritual y terrenal. La fachada nos dice que es el poder de los reyes y de la Iglesia el que garantiza la justicia en la tierra.
En cambio, sobre la balaustrada, triunfa el bien espiritual, con el gran rosetón, símbolo de la luz divina, flanqueado por nichos con santos y, a los lados, por las figuras de la Fe y la Fuerza. Por último, en la parte final, la arquitectura destaca el elemento central en el que hay una cruz esculpida, símbolo del martirio de Cristo.
Curiosidad: si tienes buena vista, observa con atención el gran rosetón. Fuera del último círculo de hojas, hay algunas cabezas humanas esculpidas. A la izquierda, una figura tiene una gran nariz. Según la tradición, sería el autorretrato del escultor Cesare Penna. Un auténtico selfi, ¡pero hecho con sus propias manos!