El Palacio Filomarino, majestuoso edificio de Nápoles en la calle Benedetto Croce, tiene una historia vinculada a nobles familias y figuras ilustres. Construido por Giovanni Francesco di Palma en el siglo XV, inicialmente perteneció a los Sanseverino di Bisignano. Durante la revuelta de Masaniello en 1647, fue escenario de enfrentamientos y graves daños. En 1650, Francesco Filomarino della Rocca lo restauró y enriqueció, convirtiéndolo en un centro cultural frecuentado por personalidades como Giambattista Vico.
En el siglo XVIII, la familia Filomarino adquirió el palacio, conocido por el pórtico jónico y la escalinata barroca de Ferdinando Sanfelice. El segundo piso, de estilo neoclásico, fue embellecido por Benedetto Croce, filósofo y hombre de cultura, quien fundó el Instituto Italiano para Estudios Históricos. La multiplicidad de estilos, desde el barroco hasta el neoclásico, caracteriza esta residencia como símbolo de una rica historia e integración artística.