Guglielmo II di Sicilia, conocido como el Bueno, reinó desde 1166 hasta 1189, destacándose por la estabilidad y la pacificación de su gobierno. Fue un mecenas de las artes, apoyando la construcción de la Catedral de Monreale, la Abadía de Santa María de Maniace y la finalización de la Zisa. Su tolerancia religiosa permitió a los musulmanes ocupar roles prestigiosos y tener libertad de culto. Su reinado, marcado por la convivencia pacífica entre diferentes poblaciones, dejó una huella duradera en el arte y la cultura sicilianos. Su muerte en 1189, sin herederos, abrió el camino a importantes cambios dinásticos.
