El mosaico que representa «la danza de los genios de las estaciones», ahora expuesto en una pared, decoraba originalmente el suelo del mayor de los salones de recepción del palacio bizantino. En realidad, lo que ves en el suelo es una copia exacta.
En esta sala se celebraban suntuosos banquetes durante los cuales los invitados más importantes se tumbaban en triclinios colocados justo delante de este mosaico del suelo.
La obra está representada por cuatro figuras que bailan cogidas de la mano, simbolizando el cambio de las estaciones. El hombre de abajo, representado de espaldas y vestido con una túnica blanca corta, es el otoño. El invierno está justo delante de él, en el lado opuesto del círculo, vestido con una túnica larga y una capa con capucha. Detrás del invierno hay una quinta figura, un músico que toca un instrumento de viento. A la izquierda del mosaico está la primavera, con una túnica corta de color rosa y una guirnalda de flores en la cabeza, mientras que, a la derecha, está el verano, cuya imagen, lamentablemente, no se ha podido reconstruir por completo. Se puede intuir que vestía una túnica blanca y que su cabeza estaba adornada con espigas de trigo, pero los únicos detalles bien conservados son las sandalias.
Si te fijas bien, verás que el ambiente en el que se representan las estaciones está decorado con guirnaldas, como solía hacerse durante los banquetes.
Además, a los pies de todas las figuras se ve la proyección de sus sombras, un elemento incorporado para darle un sentido de perspectiva a la obra, que sugiere que el tema fue copiado de un cuadro.
Otro elemento interesante es el instrumento del músico, creado con teselas de pasta de vidrio que hacen más realista el efecto del metal del que estaba hecho.
La obra está rodeada por un complejo marco con formas geométricas compuestas por rombos, dentro de los cuales se alternan adornos como flores, círculos, nudos y escamas.
Curiosidad: las teselas de pasta de vidrio rara vez se utilizaban para hacer mosaicos de suelo porque eran mucho más frágiles. Su efecto cromático, sin embargo, era mucho más llamativo porque, al fabricarse fundiendo metales en su interior, se acentuaban aún más los colores.