MUSEO ARZOBISPAL Y CAPILLA DE SAN ANDRÉS

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El Museo Arzobispal de Rávena, ubicado en el Palacio Arzobispal, alberga la magnífica Capilla de San Andrés, de la que hablaré más adelante.

El edificio se alza justo detrás de la Basílica Metropolitana de Rávena, construida en 1732 en el lugar donde se encontraba la Basílica Ursiana casi 12 siglos atrás.

La basílica original debe su nombre al obispo Urso, que la mandó construir cuando Rávena se convirtió en la capital del Imperio Romano de Occidente en el año 402 d. C. Además del edificio sagrado, se construyó un complejo que incluía este palacio, el cual ha sufrido importantes modificaciones con el paso del tiempo. De hecho, su aspecto actual se remonta a las importantes restauraciones llevadas a cabo hacia 1563 y a la remodelación de la fachada a finales del siglo XIX.

Algunas de las salas del edificio se convirtieron en espacios museísticos a partir de 1734, cuando el arzobispo Maffeo Nicolò Farsetti decidió reunir en una sala específica lápidas, mosaicos, capiteles y otros objetos de la Basílica Ursiana y otros edificios sagrados de la ciudad.

Entre los hallazgos más interesantes se encuentra la Cátedra de marfil del arzobispo Maximiano.

Se trata de un trono de ébano revestido con nada menos que 39 paneles de marfil, espléndidamente tallados con escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento. Por desgracia, actualmente solo quedan 27 paneles, ya que los demás han sido sustituidos por materiales menos valiosos.

Otra pieza única es el Calendario Pascual. Está expuesto en una pequeña sala conocida como la «capsella de los santos Quirico y Julita», puesto que allí se encuentra la capsella, una caja en la que se guardaban las reliquias de los santos y donde se depositaron los restos de estos dos mártires.

Se trata de un calendario complejo y poco común, grabado en una placa de mármol, creado hace aproximadamente 1500 años para calcular con precisión la fecha de celebración de la Pascua desde el año 532 hasta el 626.

Por último, haz una parada en la Sala dei Capitelli, donde destaca un magnífico frontal de ambón del año 596, procedente de la Iglesia de los Santos Juan y Pablo, el cual se realizó tras recuperar y esculpir cuidadosamente la tapa de mármol gris de un antiguo sarcófago.

 

Curiosidad: en el interior de la Basílica Metropolitana de Rávena, en una magnífica capilla dorada a la derecha del presbiterio, delante del altar, hay un pequeño cuadro del siglo XIV llamado Virgen del Sudor. Su nombre se debe a un suceso milagroso: se dice que un soldado borracho acuchilló el cuadro y la Virgen representada empezó a sudar sangre. Desde entonces, es una de las imágenes sagradas más veneradas de Rávena.

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