TORRE CÍVICA INCLINADA

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Entre las calles del casco antiguo se encuentra una torre de planta cuadrada, caracterizada por una pronunciada inclinación.

Es la Torre Cívica, un edificio que esconde en sus cimientos un pasado lejano.

De hecho, la parte más baja podría datar del siglo VI d. C.

Se descubrió durante unas excavaciones técnicas realizadas a principios del siglo XX, que dejaron al descubierto una parte oculta que se había hundido en el suelo.

Se cree que la torre comenzó a inclinarse desde sus orígenes, pero solo en los siglos posteriores, tras la construcción de la parte más alta, el fenómeno se hizo más notable.

Entre los años 1200 y 1300, el edificio perteneció probablemente a una familia noble que, como era costumbre en la época, aumentó la altura de la torre para que predominara sobre la de otras familias prestigiosas.

No se tienen datos exactos, pero probablemente perteneció a la familia Guiccioli o Da Polenta después de 1250. Quizás fue el propio Guido Da Polenta quien ordenó colocar la primera campana en la parte superior en 1317.

Hasta el año 2000 fue un campanario de 39 metros de altura. Sin embargo, durante las obras para asegurar el edificio, se retiraron hasta 13 metros de la parte superior, incluidas las campanas, y se añadió una estructura metálica de refuerzo. También durante esta intervención se retiraron dos antiguas esculturas conocidas en Rávena como «la Mariola» e «il cavaliere», es decir, «el jinete». La primera es el busto de una estatua que aparentemente representa a una mujer, difícil de distinguir debido al desgaste, a la que la gente ha apodado Mariola. La segunda es probablemente el fragmento de un sarcófago o lápida en el que se representaba a un jinete.

 

Me despido con una curiosidad: las campanas de esta torre han desempeñado un papel muy importante para los ciudadanos de Rávena durante casi 600 años. La estructura servía de puesto de observación para detectar ataques de enemigos u otros peligros inminentes. Un guardián hacía sonar las campanas para avisar a la población. La última vez que sonaron fue el 12 de febrero de 1916, cuando Rávena sufrió el primer ataque aéreo de su historia.

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