El llamado Bruto Capitolino es una estatua de bronce con ojos de marfil y pasta vítrica que se encuentra actualmente en los Museos Capitolinos de Roma. La estatua es de la antigüedad, aunque solo se ha preservado la cabeza. La estatua es conocida desde el siglo XVI y la identificación con Lucio Junio Bruto, el fundador mítico de la República romana, se estableció mediante comparaciones con los retratos en las monedas acuñadas en el 59 y 43 a.C. por su presunto descendiente Marco Junio Bruto, el asesino de César. Hoy en día, esta identificación se considera una hipótesis sugerente, aunque no del todo imposible. Durante la campaña napoleónica en Italia en 1797, por orden del general Napoleón, la estatua fue llevada a París junto con otras obras tomadas mediante el Tratado de Tolentino, como el Galo moribundo, la Venus Capitolina y el Espinario, en el contexto de las confiscaciones napoleónicas. La estatua regresó a Roma en 1815 y desde entonces ha sido exhibida en los Museos Capitolinos, donde se conserva gracias a la intervención de Canova después del Congreso de Viena.